Durante la última visita de Ralph a la mesa, presentó un impresionante ramo de vibrantes rosas rojas.
—¡Heather! —La postura arrodillada de Ralph, acompañada del ramo, sorprendió a Hannah.
Un violinista se acercó, dándoles una serenata mientras los curiosos observaban.
—Heather, aunque estamos comprometidos, siento que te debo una propuesta de matrimonio adecuada. Si dices que sí, me aseguraré de que vivas feliz para siempre. ¿Te casarás conmigo? Ralph abrió una pequeña caja de brocado y reveló un deslumbrante anillo de diamantes de gran tamaño.
Aturdida por su propia voz que parecía hacer eco en ella, Hannah murmuró:
—Felices para siempre...
A pesar de sentirse atraída por la promesa, reconoció su naturaleza poco realista. Anhelaba un final feliz para siempre, pero creía que no estaba calificada para disfrutar de esa felicidad con nadie.
Hannah, luchando internamente, permaneció en silencio, dejando a Ralph inconsciente de sus pensamientos. Él nunca podría comprenderla.