Connie se levantó de prisa, menos mal no había logrado su objetivo de bajarle la cremallera porque entonces sí, estarían perdidos.
—No estamos haciendo nada malo oficial — dijo Connie ruborizada.
—No se preocupe oficial, yo respondo por lo que sea, pero deje que la señorita se vaya — dijo Gabriel tajante.
—Lo siento, pero es mi deber remitirlos a los dos a la comisaría — dijo el policía con una sonrisa de burla.
—Le aseguro que usted y yo podremos resolverlo, pero mi novia tiene que llegar a casa antes de las nueve y ya estaba por llevarla. Por favor, créame que yo voy a responder por mi atrevimiento. - A Connie le saltó el corazón al escucharlo decir: "mi novia"
—Pero Gabriel — dijo Connie, pensando que era probable que el policía lo llevara a la comandancia y que tuviera que pasar algunas horas tras las rejas o pagar una multa que claramente él no podría costear.
—No te preocupes por mí, yo ahorita me arreglo con el oficial, vete a casa y discúlpame por no poder acompañarte. Te espe