Capítulo 4: Sorpresas

Me despierto por la alarma de mi teléfono, preocupada, intento saltar de la cama. Pero, mi cuerpo duele cuando intento hacer un movimiento. Por lo que, me quejo, intentando mover un poco mi cuerpo, pero, todo me duele.

— Auch…

— Mamá, ¿te duele mucho? — pregunta una voz pequeña y yo busco la fuente del ruido.

— Pequeño… ¿Qué haces aquí? — pregunto aturdida.

— Dormí aquí, cuidando que estes bien — dice el pequeño mostrando la camilla con orgullo.

— Entonces, dormiste a mi lado. — digo y el pequeño asiente satisfecho.

— ¿Te molesta? — pregunta el pequeño y yo niego.

No quiero arruinarle la emoción al pequeño que no conozco, pero, parece que está demasiado contento con una desconocida.

— No me molesta, cariño. Es solo que me preocupa que tu familia te esté buscando. Podrían estar colocando una denuncia o algo así. 

— Puedes cuidarme. — dice el pequeño y yo estoy por hablar, pero, mi alarma vuelve a sonar.

Es en ese momento cuando recuerdo que estoy retrasada y eso me asusta. Por lo que, intento levantarme, pero, me duele todo. Sin embargo, la responsabilidad hace que me mueva un poco más, pero, el pequeño salta sobre mí y corre a la sala.

— ¡Mamá despertó! — grita el pequeño y yo intento cubrir mis oídos, para poder controlar un poco el dolor de cabeza que el ruido fuerte ha causado.

Una enfermera aparece y con su ayuda, me baño y escucho todo lo golpeada que estoy por salvar al pequeño que pregunta más que yo de mi condición. Cuando salgo, el pequeño ha desaparecido y yo agradezco que no esté cerca.

Ya que, el pequeño aunque parece algo esponjoso y lindo, hace mucho ruido y a mí me duele la cabeza. Al no tener ropa limpia, me coloco la ropa sucia y firmo la boleta de salda voluntaria, para poder marcharme.

Estoy retrasada más de una hora, por lo que, enciendo mi teléfono, pero, este tiene su pantalla quebrada y media de esta no me deja escribir. Por lo que, no puedo llamar o escribir un mensaje para avisar que voy a llegar tarde.

Porque ni teniendo el poder de teletransportación, sería capaz de llegar a tiempo y limpia a mi puesto de trabajo. Algo que me preocupa, porque mi jefe aunque es amable, no le gusta que uno este ausente y mucho menos, sin avisar.

— Estoy en graves problemas — susurro peinando mi cabello, mientras mi cuerpo duele.

El claxon de un auto suena con fuerzas y varios vehículos negros, se detienen frente a la puerta del hospital, como si vinieran por alguien muy importante. Mientras, yo debo caminar tan rápido como puedo, porque mi cuerpo duele.

Sin embargo, los autos parecen seguirme y eso es molesto, porque no me da el espacio de que un taxi se acerque a mí para poder tomarlo. Por lo que, espero que terminen con su pasarela, aunque me queda poco tiempo.

Sin embargo, lo que veo es como varias personas bajan del auto y entre ellos esta alguien parecido a mi jefe con una mini versión de él con gafas oscuras al igual que él. Podría asegurar que es su gemelo perdido, pero, no puede ser él cuando mi jefe no tiene tantos autos detrás de él, ni mucho menos con un pequeño a su lado.

— Señorita Pussi — dice mi jefe y yo abro mis ojos al confirmar que es él.

— S-señor Cappelletti, ¿Qué hace aquí? ¿Está herido en alguna parte? — pregunto confundida.

— No, señorita Pussi. Vine por usted.

— ¿Por mí?

— ¡Mami, yo también existo! — dice el pequeño con frustración y yo observo sorprendida al pequeño.

— ¡Pequeño… tú eres el niño de anoche! — murmuro sorprendida 

— ¡Mami! — dice el pequeño dejando de lado su elegancia, para correr y lanzarse a mis brazos, pero, mi jefe lo agarra del cuello impidiendo que me abrace.

— Esta herida y sabemos de quien es la culpa, así que, ¿vas a empeorarlo todo lastimándola, Taddeo? — pregunta mi jefe al pequeño que niega, mirando hacia el suelo.

— ¿Taddeo? ¿conoce al niño? — pregunto confundida y mi jefe asiente.

— Vayamos a una tienda de ropa y a desayunar. Después de que se alimente bien y se cambie de ropa, voy a resolver todas las dudas que tenga sobre mi presencia aquí.

— Yo debo ir a trabajar. Es tarde.

— Señorita Pussi, estas con tu jefe, ¿Qué es lo que te preocupa realmente? — pregunta mi jefe y yo lo pienso un momento.

Es verdad. Aunque no había planeado ese encuentro, es un gran alivio que me encuentre con mi jefe. Para si no tener un regaño por llegar tarde o no avisar que llegaría tarde.

— Está bien, señor. Yo ire a mi casa a cambiarme de ropa y podríamos vernos en la empresa para…

— No, señorita Pussi, no me ha entendido. Iremos de compras y también a desayunar.

— Oh, no necesita hacerlo, señor. Aunque nos hayamos encontrado en estas circunstancias, no es necesario que salgamos a comer.

Mi jefe nunca me ha pedido que comamos si no es por algo de trabajo y prefería no hacerlo, porque podría prestarse para malentendidos. Por lo que, rechazo de la manera más amable su oferta y me enfoco en marcharme rápido para poder estar pronto en el trabajo.

— No me entiendes, señorita Pussi. Esto es lo mejor que puedo hacer por la persona que salvó a mi imprudente hijo.

— ¿Hijo? — pregunto aturdida.

— Sí, Taddeo es mi hijo — dice mi jefe y yo siento que mi cabeza ha explotado.

‘¿En qué momento el soltero más codiciado de la empresa no es soltero e incluso, tiene un hijo?’ me pregunto mentalmente.

— Oh, no sabía que tenía un hijo, señor.

— Es algo que no divulgo, como tampoco, los demás asuntos personales. Pero, debo decírtelo. Ya que, Taddeo insiste en que debo ser sincero contigo.

— ¿Qué? ¿Por qué? No es algo de lo que deba involucrarme — susurro sin saber porque me dice todo esto.

— Lo sé, pero, Taddeo insiste en llamarte su madre. Por eso, quiero que hablemos un poco.

— ¡Quiere pedirte matrimonio, mami! ¡Mi padre quiere que seas su esposa y mi madre! — dice Taddeo con mucha emoción para después dar pequeños saltos mientras aplaude.

— ¿Qué yo que? — pregunto aturdida.

— Bueno, quería que estuvieras limpia, con comida en tu estómago y en un lugar agradable para pedírtelo, pero, es eso. Señorita Shantelle Pussi, ¿le gustaría casarse conmigo?

— Y ser mi madre — aclara el pequeño que ahora sé que se llama Taddeo.

Observo confundida a los dos hombres que me observan esperando una respuesta, de una pregunta que me parece imposible de escuchar. 

Es para mí, como si un mundo nuevo se mostrara frente a mí y ese mundo aunque se ve hermoso, asusta, porque es algo que no he explorado y mucho menos, tenía pensado siquiera ver.

—  Debe estar bromeando, señor Cappelletti.

— No, no bromeo Shantelle. Quiero que seas mi esposa y mi hijo, quiere que seas su madre. 

— Mi única madre. — aclara el pequeño y yo sonrío, mientras siento que mi cuerpo duele más.

— No debí firmar la boleta de salida voluntaria. No solo tengo mi cuerpo lastimado, si no, mi mente. Parece que estoy teniendo alucinaciones.

— No es una alucinación, Shantelle. Quiero que seas mi esposa. Lo digo en serio. — dice mi jefe con seguridad, mientras me toma de la mano, causando que pueda sentir su calidez.

‘No es una alucinación. Esto es real’ me digo mentalmente mientras mis ojos se abren ante la sorpresa.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo