Después de esa extraña manera de terminar na conversación, descanso un poco en la habitación en el hotel, donde incluso Taddeo se queda dormido. Es el llamado a la puerta, el que me hace despertar solamente para ser atendida por el médico.
— Todo está bien, ¿puede decirle eso al señor Cappelletti antes de que termine internándome solo por un leve dolor? — pregunto y el doctor me sonríe.
— Es bueno que se preocupe por usted. Parece que no toma en serio los cuidados que debe tener para poder estar mejor. — dice el doctor.
— Eso le digo yo. — dice mi jefe entrando a mi habitación, con un rostro tan agotado que tiene bolsas bajo sus ojos.
‘Seguramente las cosas no están manejables en la empresa por el robo.’ Me digo mentalmente.
— No es tan grave como me informó por teléfono, pero, si debe tener el cuidado correspondiente, para evitarnos un susto futuro. — dice el doctor y yo asiento.
— Tomaré las medidas pertinentes. — dice mi jefe y yo lo observo fijamente.
— Supongo que esto no me va a