Al día siguiente estamos en el consultorio del doctor. Me sacó sangre para los exámenes. Estamos sentados esperando a que él regrese. Él entra por la puerta.
—Bueno, señora y señor Dunne, tengo los exámenes aquí listos. —Él los abre, los lee—. Sí, efectivamente, señora Dunne, está embarazada. Pero vamos a hacerle una ecografía para saber cuánto tiempo tiene.
En eso me levanto de la silla y ahora estoy acostada en una cama y él me está poniendo gel en mi vientre. Comienza a moverlo. Hasta detenerse. Voltea la pantalla hacia donde estoy.
—Mire, esta pequeña bolita es el bebé. —Me enseña y es algo muy pequeño.
—¿Cuánto tiempo tiene de embarazo? —pregunta Calem, que no suelta mi mano en ningún momento.
—Mmm… por lo que veo, ella tiene tres semanas. Así que, señora Dunne, le daré las pastillas prenatales. Procure cuidarse mucho, no hacer esfuerzos que no sean necesarios. Hasta el momento veo que todo está bien con el bebé, pero cuídese —me dice y en eso me quita el gel—. Les daré una