Nathaniel.
—Milord… la señora Emma aún no llega –comentó la voz de María.
—Ya aparecerá –respondí revisando unos números para mis hectáreas, debido a la escasez de lluvias, las cosechas habían sido afectadas.
—Pudo ocurrirle algo –insistió la doncella. Observé que estaba de noche y asentí. Se me había pasado el tiempo trabajando.
Salí de la habitación sin dar explicación, cuando crucé la salida María se acercó a mi con un tapado entre sus manos.
—Es para la señora, debe estar asustada y con frío.
—No dije que la iría a buscar –señalé y ella negó.
—Sé que lo hará, usted la ama, aunque no se dé cuenta de sus sentimientos.
Me dejó el saco, y la observé perplejo ¿Amarla? ¡Claro que no! Emma era una esclava, que simplemente hacía el papel de esposa que no estaba dispuesto a conseguir. Solamente lo hice para tener un heredero, ya lo tenía.
Rodé los ojos subiéndome a mi caballo, luego de avisarle a cinco lacayos que me acompaña