Yudith:
No contenta con mis lágrimas, la rubia incluso me tomó un par de fotografías.Guardó su implemento de tortura, y se fue. Contoneándose victoriosa.
Me miró por encima de su hombro y soltó una carcajada antes de salir por la puerta.
—¡Esta no será la última vez que llores, ilusa! ¡El juego aún no ha comenzado y ya te he derrotado!
Me limité a llorar en silencio.
Siempre he sabido que Xavier es un imbécil, pero una cosa es imaginarse lo peor, y otra muy diferente es que lo peor te golpee de frente y en la cara.
Literalmente.
Ese hombre no tiene corazón ni sentimientos.
Estos últimos días, me había intentado engañar con su teatrito del padre responsable, pretendiendo leer libros de consejería y comprando peluches horrorosos para el cuarto del bebé.
Incluso, salió una mañana con mi aya, y al regresar trajeron todo lo que yo me he estado negando a comprar.
Lloro con más fuerza.
¡Mi aya!
¡Oh, Dios no…mi pobre abuela!
Tanto luchar por sobrevivir y ahora debe estar muerta seguramente.
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