Ese calor burbujeante se detuvo de forma abrupta cuando me recosté en una fase más relajada. ¿Qué demonios haces, Keira? Te estás acostando con los dos. Me repetí a mi misma sin poder creer lo que había estado haciendo. Otra vez me dejé llevar haciendo que Jayden me tomará.
Mi imagen volvió a la normalidad ni bien mi corazón dejó de latir con esa rapidez abrupta. Al estabilizarme regresé a ser esa humana corriente y con inseguridades que era. Fue increíble, el haber estado en ese cambio en mi cuerpo fue algo completamente único. En esa transformación, parecía estar en llamas por dentro y sabía que, si enfrentaba a cualquiera, podría tener oportunidad de vencerlo.
—¿Has dicho demonio? —pregunté, confundida al escuchar sus palabras. Me miraba embobado y sonriente, se había salido con la suya.
—Sí, lo eres. Lo puedo ver con más claridad ahora y debo decirte que antes no me hallaba del todo seguro de que fuera cierto. Es muy raro que nazca alguien como tú, no se ven desde hace siglos.
No