- ¿Quieres suicidarte? Yo pregunté.
Volvió la cabeza hacia mí y no dijo nada.
- ¿Me ignorarás? - Insistí.
- Vete, inquietante.
- ¿Perseguir? - Me reí. – ¿Te parezco angustiado?
- Posee...
- Um, apesto, ¿no? Recordé sus palabras. Pero creo que podría ser una droga mejor que su whisky, comandante desclasificado.
- ¡Fuera de aquí! ¿Ni siquiera puedo soñar en paz?
Lo tomé del brazo y lo obligué a girarse hacia mí.
- Esto no es un sueño, descalificado. Vamos.
- Te odio. - Dijo, en voz baja.
- Lo sé... No lo dejaré morir aquí.
Se rió irónicamente:
- ¿Crees que me mataría... por ti? – casi se cae hacia mí cuando vino una ola más fuerte.
Me agarré a su cuerpo y comenc&ea