71.
Oliver llegó hasta donde Clara ya se había acomodado, llena de entusiasmo.
—Hola, querido. Pensaba que podríamos ir a la plaza después del entrenamiento. Solo para pasear un rato —dijo ella con dulzura, aún con aires adolescentes.
—No podré ir a entrenar hoy… De hecho, no podré asistir a la academia en un tiempo —explicó él.
Desde hacía tiempo, Oliver ayudaba como instructor en la academia, y Clara era su alumna más devota.
—¿Qué? ¿Pero por qué? —preguntó, frunciendo los labios con un puchero encantador mientras se colgaba de su brazo.
Oliver sostuvo sus manos y se apartó con delicadeza.
—Tengo una tarea importante encomendada por el Rey.
—¡Pero eso no puede tomar tanto tiempo! Eres el hombre más fuerte que conozco. Seguro podrías terminar esa misión en nada —dijo ella, jugando con su abrigo.
—Esta vez no es así. Lo siento, pero necesito pedirte que no vengas más por aquí.
Clara quedó helada.
—¿De qué hablas? ¿Hice algo malo?
—No se trata de ti —respondió con firmeza—. Necesito tiempo