69. La encarnación de la muerte
Karim llegó al santuario junto a Marcus, Mariel y un puñado de soldados. Allí, Devon esperaba, sentado, a que le colocaran la corona.
—¿Qué significa esto? —exclamó Karim, derribando la puerta.
—Estamos eligiendo al legítimo Rey —respondió el primer ministro—. Todo el consejo está de acuerdo.
—¿Cómo se atreven? ¡Es un niño de ocho años! No permitiré que esto suceda.
—No creo que estés en posición de impedirlo —dijo Iniko, mientras sostenía al pequeño Sam con una daga en el cuello—. No si quieres que tu hermano siga con vida.
—Esto es traición —gruñó Karim—. No importa a quién nombren Rey: amenazar a un miembro de la familia real se castiga con la muerte.
—Eso cambiará con el rey Devon. Sabe que contará con los mejores consejeros.
Karim apretaba los puños, sin encontrar forma de salvar a su hermano. Miró a Mariel buscando ayuda, y ella asintió con firmeza.
—Antes de que su pequeña bruja intente algo, tenemos a alguien que quiere verla —dijo Iniko.
Una marca surgió bajo los pies de Marie