49.
Karim, al verla, fantaseó con la idea de que se tratara de Miel. Decidió de inmediato que debía tenerla. Se levantó con la intención de llevarla a su habitación, pero fue interrumpido por Marcus:

—Ten cuidado con ella, Karim —le advirtió, con tono firme, sabiendo bien cuáles eran las intenciones de su amigo.

Karim la llevó a su habitación y cerró la puerta tras él.

—Debes preguntarte por qué te traje aquí —dijo, esperando una respuesta.

Pero Serena no tenía ninguna pregunta. Esperaba simplemente que él la usara como todos los hombres lo hacían. No respondió. Solo aguardó las órdenes.

—¿No vas a decir nada? —la miró con deseo—. Puedes hablar, no temas.

—Estoy aquí para servirle en lo que desee, mi señor —respondió con una voz vacía, sin emoción. Aquellas eran palabras que había aprendido en su tiempo en el recinto de la arpía, donde la voluntad propia no existía.

Karim, envuelto en su fantasía de estar con Miel, se acercó y la acarició. Su piel, suave, lo estremecía. No podía resistirse
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