32.
Bajo los pies de Boulder comenzó a formarse una niebla azul; del centro emergió un agujero del que salieron múltiples manos en estado de descomposición. Las extremidades espectrales lo sujetaron con fuerza, comenzando a arrastrarlo hacia el abismo. Mientras el gigante los golpeaba, destruyendo algunos de ellos, Matías aprovechó la distracción y, con gran esfuerzo, logró quitarle el casco. En ese instante, André activó su técnica: las almas del purgatorio consumieron a Boulder, arrastrándolo sin piedad.
—Deberías estar en el castillo —dijo Matías, jadeando.
—Lo sé… lo lamento.
—Al menos tu charla con ellos sirvió como distracción. Pude terminar la invocación —añadió André con una sonrisa tensa—. Pero mataré a ese mocoso por no obedecer mis órdenes.
—Él no tuvo la culpa. Fui yo quien escapó —respondió Serena, defendiendo a Anthony.
—¿Y el otro? —preguntó Héctor, mirando en todas direcciones.
—Escapó. Es probable que haya ido con la líder para informarle de lo ocurrido.
—Si lo logra, podr