20.
—Hola —dijo Anthony, sacándola de esos oscuros pensamientos.
—Hola —respondió Serena con una sonrisa leve.
—Te ves muy bien esta noche.
—Gracias. Tú también.
Ambos se miraron con un toque de nerviosismo. Desde la distancia, Miel los observaba con furia, molesta por ver a su prometido conversando con la joven que consideraba una amenaza.
—Gracias por lo que dijiste frente a mi padre, ayudó mucho —agradeció Anthony.
—No dije nada que no fuera cierto. Eres un excelente oponente.
—Aunque contra ti, no hay mucho que pueda hacer —respondió él, bajando la mirada.
—Bueno, eso es solo por distracción. Si te concentraras más, podrías vencerme con facilidad —dijo Serena, divertida.
—¿Distraerme? ¿Por qué piensas eso? —preguntó Anthony, fingiendo inocencia.
—Durante nuestros combates, tu mirada se desvía. Tu atención salta de un punto a otro. Cualquiera pensaría que soy yo quien te distrae —dijo ella con sutileza.
Anthony no respondió. Era cierto: durante sus duelos, no podía evitar observar sus m