―Ahora sí pareces un trébol ―dije colocándome el cinturón de seguridad.
―Cierto. Ahora que lo mencionas, no me respondiste el mensaje ―dijo echando a andar el auto.
―¿Qué mensaje?
―«Déjame dormir, Clover» ―citó y recordé.
―En tu foto de perfil tienes un trébol entre tus dedos.
―Qué observadora. Así que, después de todo entraste a mi perfil.
―No te emociones, no fui yo. Fue Babs.
―Ya le habías hablado de mí.
―¿Cómo esconder que eres realmente fastidioso? Me envías mensajes a lo tonto… no tengo secretos con Babs, ella se iba a dar cuenta de cualquier manera.
―Entonces acepta mi solicitud.
―Mira, terminemos con esta tortura. Dígame joven amo ―mencioné con sarcasmo cargado y sobreactuación incluida―. ¿Cómo me va a torturar el resto de la noche?
―¿Qué tal una cajita alegre de McDaisy?
—¿Estás hablando en serio? —cuestioné aun sabiendo que a esas alturas ese chico salía con cada locura