Marcelo Almeida no sabe lo que es perder, es un hombre poderoso, y muy peligroso, con una reputación intachable a pesar de hacer y deshacer como le venga en gana. Melany Mendes no será la excepción, el la vio una vez y decidió que a toda costa sería suya. Melany Mendes es una excelente maestra de baile y psicología, quien por juegos del destino terminó en los brazos de Marcelo, su perdición, en un momento de desesperación por escapar de las garras de su abusivo esposo conoce a Steve Ramos, un abogado selectivo sin limitaciones, que en todos los años de su carrera nunca había perdido un caso, egocéntrico y seguro de sí mismo y sus capacidades, pero la llegada de Melany a su vida, pondrá en duda su potencialidad, no sólo eso, también la seguridad de su corazón.
Ler maisPREFACIO
CLIENTE PROHIBIDO
El frío abrazaba su cuerpo debajo de la fina tela que cubría su adolorido y voluptuoso cuerpo, o lo que quedaba de ello, era una mujer realmente hermosa y con buenos dotes, que poco a poco fue desapareciendo. Había cambiado tanto físicamente como mentalmente, y en tan poco tiempo.
Rascó su cabeza nerviosa, el guardia de aquel edificio le había dicho que no podía esperar a la persona que quería en su puerta, y en vez de quedarse dentro en uno de los sofás de recepción, decidió sentarse en la acera del lugar, frente a la húmeda carretera que sólo le proporcionaba más frío. Se abrazó a sí misma e inclinó la cabeza hacia delante mirando el asfalto que estaba entre húmedo y caliente, el olor a tierra le fascinaba, aunque en ocasiones ciertos lugares le daban asco, no todas las tierras olían igual, al menos eso sabía ella diferenciar.
Levantó su cabeza de golpe al recordar que su objetivo podía pasar en cualquier momento, y que no podía perder la oportunidad, no habría otra, por que su cuerpo no aguantaría una presión más. La luz blanca de un jeep acercándose la alertó, se paró de la acera y se pegó de espaldas a la pared del edificio, observó cada detalle del hombre que se bajaba del jeep, su vestuario, sus zapatos y muñeca, levantó un poco la cabeza y observó su cabello rubio. Lo reconoció, sin siquiera verle la cara lo reconoció, reconoció a su última esperanza en medio de tanta desgracia.
Se apresuró a adentrarse nuevamente al edificio inmediatamente que él desapareció de su vista, ésta era su oportunidad, lo iba a convencer porque todas las pruebas estaban en su cuerpo.
Esperó a que él entrara en su departamento para acercarse y tocar la puerta.
El sujeto gruñó molesto pensando que era alguien del servicio del edificio que venía a fastidiarle, odiaba muchísimas cosas, y aunque para él aquel edificio era el mejor para quedarse, también lo odiaba, la gente le parecía muy amable y confiada, y él detestaba eso.
Suspirando abrió la puerta dispuesto a lanzar un “¿Qué quiere?” sus ojos cayeron directamente en los de la mujer, que estaba parada en su puerta como una niña abandonada, vestía un fino vestido blanco liso, su piel se veía muy blanca y sus labios temblaban del frío, la reconoció, razón por la cual estaba dispuesto a cerrarle la puerta en la cara, pero aquella mujer no estaba dispuesta a rendirse, sino convencía a ese hombre, lo mejor para ella era tirarse de algún edificio u tomar una cuerda y ahorcarse.
—Sólo escúcheme —suplicó, su voz salió en un jadeo cortado, como si estuviese llorando por largo rato y casi no pudiese hablar.
—Ya le dije —respondió el sujeto con rudeza. —. ¿Qué no me entendió la última vez?
La mujer se dio el atrevimiento de pasar y entró al departamento, el sujeto no la rechazó, más bien la ignoró.
—Necesito de su ayuda.
El hombre continuó su caminata hacia el fondo de su departamento mientras se quitaba su saco.
—Sólo usted puede ayudarme —insistió ella.
—¡Lárguese! —exclamó el hombre sin piedad, él no sabía expresar eso, tal vez lo sentía, pero no era algo que consideraba parte de sí, al menos en el momento.
La mujer llevó ambas manos al final de su fino vestido y lo retiró de su cuerpo dándole más poder al frío de su demacrado cuerpo.
—¿Esto no es suficiente? —cuestionó.
El hombre de espaldas a ella rodó los ojos, se giró con una mano en su pecho intentando desabotonar su camisa, levantó la mirada y sus dedos se congelaron al instante que sus ojos dieron con la mujer, en todos los años de su carrera, nunca se había topado con algo similar. Escaneó a la mujer de pies a cabeza, todo su escultural cuerpo estaba marcado, moretones rojos, heridas que parecían ser muy recientes.
Aquel sujeto nunca había estado tan impactado en toda su vida, y aunque su rostro no demostraba nada en aquel momento, se estaba quemando por dentro, esa pobre mujer sí necesitaba su ayuda, y todos los casos que tenía a disposición podían esperar, pero ella no.
No quiso ni siquiera imaginar como había terminado en ese estado, su rostro estaba intacto, “lo típico de esos casos de abuso” —pensó. La imaginó sin esas marcas, y pensó, “la tendría atada a mi cama, pero no para manchar ese cuerpazo”
Sacudió levemente la cabeza y con pasos seguros avanzó hasta ella, se inclinó y recogió su vestido, no quiso observar más su cuerpo en tan sólo interior, mucho menos con esas marcas, así que la vistió. Ella no dijo nada, sólo se quitó la peluca, mostrando su cabello negro, no era rubia como quería aparentar, pero sino hacía eso, no estaría allí.
“No puede ser. Esto no puede estar pasando.¿Con qué loco me casé?”Apoyó una mano a la pared cerrando los ojos con fuerza, su mente estaba hecho un desastre, no quería creerse lo que estaba pasando pero tampoco quería que su mente le jugara sucio, su esposo seguía siendo el mismo, sólo que ahora podía ser el mismo sin temor. El timbre de su celular la hizo reaccionar, miró el aparato recomponiéndose.Thiago: ¿Lo dices en serio?Ya no estaba tan segura, Thiago tenía talento y una larga vida por delante, ella no podía darse el lujo de arruinarle la vida, aunque dudaba de las palabras de su esposo, aún así, él había hablado con seguridad, como si no pasara nada si le hiciera algo al chico.“Sí, Thiago, eres el mejor”Giró para confirmar que su esposo no estuviera detrás de ella, no le gustaba ese sentimiento y no pretendía vivir así, pero era tan pronto, además, no podía crear un escándalo, tenía que buscar la manera de arreglar las cosas con Marcelo sin cruzar límites.Decidió subir en
El dolor en su mejilla se intensificó, podía asegurar que estaba mareada, un sentimiento recorrió cada partícula de su ser, luego de asimilar el dolor, el dolor de aquel golpe que había sido propiciado de parte de su esposo, una llama se activó dentro de ella.Abrió los ojos aún estando algo ida, es que no se lo podía creer, estaba estancada en su cabeza, parecía un sueño, una pesadilla.—Preciosa...Giró para encontrarse con los ojos arrepentidos de su esposo, sin pensar ni un segundo le devolvió el golpe con una fuerza increíble. El hombre lo aceptó, cerró los ojos respirando hondo.—Quita el seguro —ordenó la mujer.—Melany...—Quita el maldito seguro —masculló. —. Maldito infeliz —arrojó saliendo de la camioneta.En su interior había una mezcla de sentimiento, esos momentos donde la rabia que se apoderaba de ti no es suficiente, donde el dolor se siente como un cuchillo enterrado hasta el fondo. Donde lo peor de todo es que no tienes idea de cómo reaccionar, y sientes que ni siqui
La mujer se dejó guiar por su pareja hacia dentro del local, no había mucha gente, pero sí suficiente para la hora que era, el ambiente era acogedor, fueron acogidos rápidamente por el personal. Los ojos de la mujer estaban ondeando por el lugar mientras su esposo hablaba con el personal que los atendían. Sus ojos se detuvieron en un joven delgado y alto que estaba de espaldas, su oscuro cabello negro rozaba su cuello, tapando bastante bien el tatuaje que tenía allí.Cuando aquel joven giró para retirarse de su lugar quedó muda al reconocerlo, su mente viajó inmediatamente de manera fugaz al pasado, esos momentos de bailes intensos, podía asegurar que era el mejor bailarín con el que había bailado, aunque, esté no corrió con la misma suerte que ella.Cuando el chico la notó, ella pudo evitar sonreír, eran tiempos buenos, tal vez los mejores, él tuvo la misma impresión que ella, y tardó unos segundos antes de apresurarse a avanzar.—¿Vamos? —propuso su esposo, sacándola de su burbuja
Dejó que el agua desapareciera todos esos estúpidos pensamientos, tal vez estaba precipitando las cosas, y como ambos eran principiantes en eso de esposos, podía ser normal su comportamiento repentino.Salió del baño con la toalla alrededor de su cuerpo y se dirigió hacia el armario, eligió una blusa de tiras y un short de tela aunque hacía algo de frío. Iba de camino hacia el escritorio para tomar su celular cuando la puerta de la recámara se abrió.—¿Quieres comer ahora? —preguntó.—No, son recién las siete —y él salía del trabajo a esa hora. —. Llegaste antes.—Como te dije, me tenías preocupado ya que no contestabas, no me dijiste donde estabas —se acercó, y ésta vez con delicadeza la tomó de la cintura, sí, ése era el Marcelo que todos conocían.—En casa de mi madre —contestó Melany algo seca.—Siempre te ves increíblemente fresca después de una ducha, de hecho más hermosa —y aunque estaba algo indignada por el suceso no pudo evitar reír. —. Ni hablar de cuando sonríes.Alzó la m
Los árboles se movían de un lado a otro por le fuerte viento que los azotaba, pequeñas flores y hojas secas eran arrasadas por el viento hacia las ceras de las calles y más allá, pareciera que una tormenta se avesinara, pero en realidad, en ocasiones el clima daba un drástico cambio.Cubrió más su cuerpo mientras caminaba junto a su madre quien era guiada por su enfermera, ya estaba en casa, eso hacía todo diferente, era sinónimo de mejoría. Los hospitales sólo llevaban a las personas a imaginarse lo peor, desgraciadamente.—Hija...La joven regresó a la realidad, tenía la mirada perdida en los arbustos que desde el patio de la casa de sus padres podía ver, mientras se abrazaba con fuerza y fruncía el ceño. No sacaba algo de su cabeza.—¿Sí? —respondió, todavía algo perdida en sus pensamientos.“Eres mía, Melany. Mía hasta la muerte”No, esas palabras no tenían nada de bonito, para otra persona que no fuese ella sí, ella sabía que él no lo había dicho en modo romántico, ella conocía é
Los árboles se movían de un lado a otro por le fuerte viento que los azotaba, pequeñas flores y hojas secas eran arrasadas por el viento hacia las ceras de las calles y más allá, pareciera que una tormenta se avesinara, pero en realidad, en ocasiones el clima daba un drástico cambio.Cubrió más su cuerpo mientras caminaba junto a su madre quien era guiada por su enfermera, ya estaba en casa, eso hacía todo diferente, era sinónimo de mejoría. Los hospitales sólo llevaban a las personas a imaginarse lo peor, desgraciadamente.—Hija...La joven regresó a la realidad, tenía la mirada perdida en los arbustos que desde el patio de la casa de sus padres podía ver, mientras se abrazaba con fuerza y fruncía el ceño. No sacaba algo de su cabeza.—¿Sí? —respondió, todavía algo perdida en sus pensamientos.“Eres mía, Melany. Mía hasta la muerte”No, esas palabras no tenían nada de bonito, para otra persona que no fuese ella sí, ella sabía que él no lo había dicho en modo romántico, ella conocía é
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