La destilería explota en gritos, fuego y balas silbantes. Viktor no está solo. Una segunda ola armada surge, emboscada.
Kael gritando en el micrófono: – ¡Es una emboscada! ¡Rayden, plan Delta! Rayden desenfundando dos armas, cubierto de humo: – Te esperaba, Viktor… pero no su ejército. Viktor grita: – ¡NO VAS A LLEVAR NADA ESTA NOCHE! ¡Mi trono no se comparte con bastardos! Una bala roza a Rayden. Él rueda, se esconde detrás de un barril, recarga. Rayden piensa: – Él sabía... alguien vendió la operación. Pero esto no ha terminado. Soy hijo de mi padre. Y la sangre no miente. Una voz en la sombra surge en un walkie-talkie: ??? : – Rayden... aquí Loris, antiguo teniente de tu padre. Estamos aquí. Ya no estás solo. Rayden aturdido: – ¿Loris? ¡Estabas muerto en el asalto del puerto! Loris: – No, escondido. Estaba esperando tu regreso. Y somos varios. Listos para recuperar el imperio. ---En ese momento, una jeep negra choca contra la entrada. Tres hombres salen, metralletas en mano. Hombre 1 gritando: – ¡Por JAMES BLACK! ¡Por la sangre negra! Kael aturdido: – Es... ¡son los antiguos del Black Order! ¿Tu padre tenía tropas secretas? Rayden haciendo una mueca: – Más de lo que puedes imaginar. ¡Tomamos el control! El caos crece. Explosiones retumban. Rayden se une a Loris en un refugio. Loris mirándolo a los ojos: – Eres su retrato exacto... pero tienes un fuego aún más oscuro. Si quieres el imperio, es esta noche cuando lo reclamas. Rayden firme: – Entonces llamemos a los demás. A los que se esconden. A los últimos leales. Recuperaré lo que me pertenece. Rayden sale del fuego, de pie en el centro de las ruinas, con cadáveres alrededor. Los suyos se unen a él. Viktor ha escapado. Rayden mirada oscura hacia la ciudad: – La guerra comienza... y aún no he sangrado lo suficiente. Dos días después del asalto. Una reunión secreta en un antiguo almacén abandonado de la ciudad. Los que alguna vez sirvieron a James Black están allí. Otros, las ratas que lo traicionaron, también. Y en el centro de todo... Rayden. Loris en voz baja, extendiendo un plano a Rayden: – Todos los jefes de sección están aquí. Algunos eran de tu padre. Otros... se han doblegado ante Viktor. Rayden con frialdad en la voz: – Perfecto. Voy a ver si los hombres están listos para doblarse ante su rey... o a morir como perros. Entra en la sala. Silencio pesado. Todas las miradas están sobre él. Algunas con respeto. Otras con miedo. Y algunas... con desprecio. Rayden de pie, tranquilo, cada palabra resonando: – No estoy aquí para suplicar. Estoy aquí para recordar. Hace una pausa. Uno de los antiguos tenientes de Viktor se ríe. Marco: – ¿Qué quieres recordar, chaval? ¿Que se suponía que estabas muerto? Eras un fantasma. Y los fantasmas no mandan nada. Rayden lo fija, helado: – Justamente, Marco. Incluso muerto, tengo más presencia que tú vivo. Loris coloca una tableta sobre la mesa, mostrando grabaciones de Viktor matando a James Black. Rayden: – Esto es lo que hizo al hombre que le dio todo. Les habría eliminado a todos después. Era solo cuestión de tiempo. Carlos, antiguo cercano a Viktor, pálido: – No... no es posible. Rayden: – Lo que ustedes tomaron por paz era solo una respiración antes de la ejecución. Sobre sus órdenes, eran esclavos. Se acerca, con los ojos duros. Rayden: – Traicionaron a un rey. ¿Y esperan que los perdone? No. Lo que les propongo... es una redención por el fuego. Marco enfurecido: – ¿Quieres darnos una lección moral? ¡No estabas aquí! Rayden, calmado, luego cortante: – ¿Quieres que pruebe mi legitimidad? Intenta sacar esa arma que escondes bajo la mesa. Marco entra en pánico. Intenta sacar una pistola. Rayden le dispara en el hombro antes de que pueda moverse. El silencio se instala. Frío. Absoluto. Rayden caminando alrededor de la mesa: – No soy mi padre. Soy peor. Y si no me siguen... serán enterrados junto a quienes lo traicionaron. Un largo silencio. Luego un hombre se levanta: Jarek, antiguo jefe del Norte: – Fui leal a James. Y si estás dispuesto a ir hasta el final, Rayden... entonces iré contigo. Otros se levantan, uno a uno. Carlos: – Viktor nos mintió. Y tú... nos devuelves nuestro honor. Estoy a tu disposición. Rayden se vuelve hacia Loris. Rayden piensa: – El imperio de mi padre no se reconstruye... se retoma. Trozo por trozo. Sangre por sangre. Rayden en voz alta: – Prepárense. Esto no es más que el comienzo. Quiero la cabeza de Viktor. Y no me detendré hasta que la sangre de sus fieles fluya en cada callejón que cree controlar. La noche siguiente. Un garaje subterráneo en el centro del bloque B. Base táctica de Viktor. Rayden ha decidido atacar rápido y fuerte para demostrar que ya no es una sombra, sino un huracán listo para arrasar todo. Loris en voz baja, por auricular: – Los hombres de Jarek han cercado el edificio. Tenemos una ventana de 10 minutos antes de que pase la patrulla. Rayden en su traje negro táctico, cargando su Glock: – Atacamos el corazón. Sin prisioneros. Si han elegido a Viktor, han firmado su sentencia de muerte. En la radio: Jarek: – Tomaré el ala Este. En cuanto te muevas, entramos. Rayden: – Recibido. Vamos. Rayden y dos de sus hombres entran por una salida de servicio. Ruido de botas. Tensión extrema. Se encuentran con dos guardias. Guardia 1: – ¿Qué haces esta noche después de... pan! Rayden dispara dos balas. Preciso. Silencioso. Dentro de la guarida: Rayan, antiguo hermano de armas, ahora brazo derecho de Viktor: – El jefe está de viaje. Ustedes vigilan el depósito y mantienen sus posiciones. Soldado: – ¿Y si Rayden ataca? Rayan sonriendo: – Que venga. No es más que un niño vengador con un arma. No tiene nada del rey que fue su padre. A seguir...