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Capitulo 3

Ahora eres una princesa tratando de olvidar y dejar atrás su pasado.

Pero se te olvida algo y es lo más importante; aunque lo intentes, aunque lo ocultes,

tu corona seguirá estando llena de cicatrices y nada cambiará eso. Ni tu.

¿Y adivina que? Yo sé tu secreto mi dulce Gisselle.

Posdata: Sabes muy bien de que secreto te hablo.

Att: Anónimo. Es tu trabajo descubrir quien soy.

Me divertiré mucho con esto.

Que empiece el juego.

No no no... esto no puede ser. 

La carta cae al piso, mientras sollozos salen de mí. El pasado no puede estar de vuelta. Trabaje mucho para llegar a esta estabilidad mental, para que con solo una carta todo se viniera abajo. 

Nadie sabía mi secreto, hasta ahora. Excepto mi padre, el lo sabía, pero se supone que el esta muerto y por eso no cuenta. 

¿Quien más puede saberlo? Si se supone que es algo privado. ¿Como demonios salio eso a la luz? 

Esto tiene que ser una broma. Si, seguro es eso. 

Me recuesto de la pared con la cabeza entre mis piernas a llorar. Tengo miedo, tengo mucho miedo. 

—Esto... debe de ser... una broma — Comienzo a hipar, furiosa conmigo misma. No puedo dejarme caer por una simple nota. No. He trabajado mucho, en mi autoestima, mi ansiedad, la depresión, e incluso en mis pensamientos, no puedo dejarme caer otra vez. Soy fuerte y no me voy a dejar vencer. Mejor dicho, buscaré al de la nota y será hombre muerto, por hacerme pasar por esta situación. 

>>Tú no eres así Gisselle ¿Qué sucede contigo? Deja de ser tan estúpida — Murmuro para mi misma. Seco mis lágrimas con el dorso de mis manos sin importarme mucho el maquillaje, aunque no uso mucho. 

Cuando levanto la mirada, jadeo sorprendida. Hay un hombre en mi oficina leyendo la carta con el ceño fruncido. 

¿En qué momento dejé la puerta abierta? ¿Cómo fue que no lo escuche entrar? 

Salgo de mi asombro y me levanto como un resorte. Se da cuenta de mi movimiento y levanta la mirada. Le arranco el papel de la mano y lo guardo en una de mis carpetas rápidamente. 

—¿Quién le mando eso señorita Becher? — Me mira desconcertado y yo niego. No pienso responder esa pregunta, y menos que tenga que ver conmigo. 

—No es nada. ¿Qué hace aquí? — Sueno más brusca de lo que debería, aún así no me importa. Rodeo el escritorio y me siento como si nada hubiese pasado. 

—Claro... no es nada. Supongo, que es normal que siempre que le llegue una carta usted tenga ataques de pánico ¿Cierto? — No me pasa desapercibido su tono sarcástico. Joder, pero este hombre no entiende que ahora, no quiero hablar con nadie. 

—¿Qué necesitas Matthieu? — Me sonríe, y puede que eso me calme un poco. Suspiro, esperando su respuesta, mal intento, detalla mi rostro y hace lo que menos esperé, él suspira. Enarco una ceja y se da cuenta de su error. No es que me desagrade ese suspiro, no, lo contrario me parece de lo más sensual. 

—¿Ahora nos tuteamos? — Chasqueo la lengua. Me fastidia que me respondan con otra pregunta. 

—¿Por qué ese suspiro? — Sonrío a medias, pero muy interesada en la respuesta de mi pregunta. 

—No me parece nada gracioso esto. 

—¿No? — Me cruzo de brazos y su mirada baja a mi escote. 

—Vine a tratar un asunto de la demanda y te encontré llorando en el piso —. Ruedo los ojos con fastidio. 

—Hoy no estoy de humor para tratar asuntos del trabajo. Mañana si —. Se sienta sin mi permiso. 

—Entonces, ¿No me va a responder a mis preguntas? — Bufo molesta. 

—Primero, no sucede nada conmigo. Segundo, fue sin querer; no volverá a suceder — Sonríe con diversión, como si hubiese recordado algo. ¿De qué me perdí? 

—No sabía que usted era una mentirosa señorita Gisselle. 

—Me tiene sin cuidado su opinión señor Evans — Suelto de forma brusca. Me levanto de la silla, dispuesta a irme de mi oficina, tal parece que el no lo hará. 

Antes que logré mi cometido me intercepta a mitad de camino agarrándome por la cintura y acercándome a su cuerpo. Jadeamos. 

—Usted no va a ningún lado señorita Becher — Un escalofrío recorre mi cuerpo, al escuchar su voz más ronca de lo normal. 

—Yo creo que si — Lo empujo para que retroceda y no lo hace. Pero se acerca tanto que, tengo su boca casi cerca de la mía. 

—¿No le ha pasado que descubre algo muy bueno y quiere decirle a la persona que esta involucrada? Claro, solo para ver su reacción — Parpadeo confundida, sin saber el porqué de su pregunta. 

—No me a pasado... ¿me puede soltar por favor? 

—Que curioso. A mi, es la primera vez que me pasa. Y no puedo quejarme, fue una gran vista — Hay una chispa de diversión en su tono, como si se hablará de mi. Aún así, no hay nada que el sepa de mi. 

—Que bueno por usted señor Evans — Mi tono sarcástico no pasa desapercibido. 

—¿Necesita ayuda jefa? — Rápidamente miramos hacia la puerta. Ahí esta Mario — mi guardaespaldas — alternando la vista entre Matthieu y yo. Empujo al susodicho lejos de mi y no cede. Él nos mira a los dos con diversión. ¿De qué demonios me perdí? El sabe algo. Estoy muy segura de eso. 

—No. No la necesita. ¿Verdad? — Asiento por inercia. Mario me mira mal y sale de la oficina. Por lo menos el conoce su posición y no estaré más tarde explicándole lo sucedido. 

—Suélteme señor Evans. Porque lo despediré si no lo hace — Se carcajea en mi cara antes de soltarme ¿Qué sucede con este hombre? 

—Bien. Tiene un punto ahí — Sube las manos en señal de rendición. Busca su maletín y sale de la habitación sin decir nada más. 

Suelto el aire que tenia retenido y que no se, en que momento deje de respirar bien. 

—Ese hombre esta loco... muy loco. Mantente alejada — Susurro para mi. 

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—¿Donde esta mi zorra favorita? — Entra en mi habitación sin consultar. Tampoco es necesario que lo haga, ya que es mi mejor amiga. Es mi casa como es de ella también. 

—Oye, toca antes de entrar. Me estaba vistiendo — Se carcajea y me da una nalgada. 

>>Perra, de tantas nalgadas me vas a dejar sin ellas. 

—Como si no tuvieras — Se lanza en la cama, sin importar el desastre que hay. 

Rachel — mi mejor amiga — es el único familiar que me queda, aparte de mi nana. Ella es como mi hermana, la primera vez que nos vimos fue el parque al que mi madre solía llevarme; teníamos 8 años. Digamos que, le pegue un chicle en su cabello con muchos rizos — tuvieron que cortarlo después, porque el chicle no quiso despegarse de su cabello — desde ese día nos hicimos amigas inseparables. Ese día para que le disipara el enojo, le pedí a mamá que le comprara un helado y mamá lo hizo; y así es hasta el día de hoy, el helado le quita cualquier mal — a según ella, ¿pero quien soy yo para desmentir eso? —

Mi mejor amiga, con el pasar de los años se ha puesto cada vez más hermosa. Es una mujer blanca, con muchas pecas alrededor de su rostro — que ella siempre se tapa porque le desagradan. Yo digo, que no se le ven mal —. Su cabello es una maraña de rizos oscuros, muy bonito a mi parecer. Sus ojos son color avellanas, bastantes expresivos, llenos de vida y curiosidad para conocer siempre cosas nuevas.  Tiene un cintura envidiable, su cuerpo no es que sea voluptuosa, pero tiene lo necesario; aún así es bastante hermosa. Sin hablar de sus pestañas son largas y espesas, es lo que quiero de ella, pero ni modo. Es alta, puede dedicarse a ser modelo, pero ella decidió estudiar administración; es la vicepresidenta de mi empresa — a pesar de tener dinero y poder ocupar otro puesto en las empresas de su padre — ella decidió aventurarse conmigo, en ese reto que es, encargarme del negocio que me heredo mi padre; es como mi hermana. . 

—¿A qué debo tu visita? — Pregunto al terminarme de vestir. 

—Vine a seducirte mami — Me carcajeo. Ella es bastante espontánea y alocada. A pesar de lo que pase, ella siempre esta sonriendo. 

—No eres mi tipo — Lanza una almohada hacia mi y la esquivo antes que caiga en mi rostro. 

—Lo seré. Soy el tipo de mujer que todo el mundo quiere — Se me olvidaba, tiene bastante ego. 

—Me asfixiare con tanto ego — Me acuesto en el pequeño espacio que dejo en mi cama. 

>>Muévete tu culo de aquí. Dame espacio. Es mi cama. No la tuya — La empujo, logrando que se mueva un poco para poder acostarme sin caerme en el intento. 

—Ya uno ni puede acostarse tranquila. Si me duermo siempre vas a aparecer en mis sueños empujándome — Me carcajeo tanto que después tengo que secarme las lágrimas que solté por tanto reírme. 

—Me atrae mi abogado — Su risa de detiene abruptamente. Si, no tenemos secretos. Y necesitaba contarle esto a ella, o moriría de tanto guardarlo en mi mente. 

—Oh santa lechuga ¿Qué acabas de decir? — Tiene una terrible obsesión con la lechuga. 

—No es el abogado anterior. No. Es el hermano. 

—Estoy anonadada... ¿y cómo es él? — Sonrío al recordar lo bueno que esta y lo sexy que es. Es totalmente una tentación para mi. 

—El esta demasiado guapo, es sexy, tiene una voz de moja bragas, su sonrisa es increíble que volvería loca a cualquiera... en definitiva, quiero a ese hombre para mi. Lo quiero en mi cama — Parpadea impresionada. 

—Necesito conocerlo... mejor dicho tengo que conocerlo mañana si es posible. Ooh santa lechuga, ya me lo imagine. 

—Solo que es mi abogado, todo tengo que mantenerlo profesional — Suspiro. 

—Tenia tiempo que no te escuchaba hablar así de un hombre... desde Luck. 

—Este hombre me tiene más poder sobre mi cuerpo que Luck — Respondo melancólica. Aunque dije que mi pasado lo iba a dejar atrás, a veces me es imposible no recordarlo a él. 

—¿No quieres que hagamos un trío mejor? — Salgo de mis recuerdos para reírme otra vez. Ella sabe como cambiarme de animo.

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