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Capitulo 5

Lo atraigo hacia mi y lo beso. Gimo ante el contacto de sus labios con los mios. Al principio esta desconcertado, aún así no le cuesta seguirme. Aferro mis manos a su cabello sin dar tirones fuertes. Mientras que las de él están en mi nuca para acercarme más.

No es un beso nada inocente, teníamos tantas ganas retenidas que al final esto exploto. El me desea, yo también. Aunque no sea lo correcto es lo que necesito ahora cuando estoy necesitada y con ganas de más. 

Es un beso arrebatador, apasionado e intenso que me desarma por completo. Su lengua experta juega con la mía y después muerde mi labio inferior. No me da tregua, tampoco quiero que lo haga. Quiere seguir sintiendo sus besos y lo que más anhelo y necesito ahora es que sus manos me recorran por completo. 

—No... —Dice en un susurro apenas audible mientras se separa de mi. Abro los ojos encontrándome la imagen de un hombre arrepentido. 

—¿Por... —Mi voz es ronca, carraspeo para que regrese a la normalidad —¿por qué? 

—Usted es mi jefa —Una sonrisa irónica brota de mi. 

—Hace rato no decías lo mismo —Me siento en la orilla de la mesa con los brazos cruzados. Haciendo que su vista se fije en mi escote. 

—Usted me beso... —Responde, caminando de un lado a otro. Como si no creyera lo que acaba de pasar. 

—Tú, me provocaste primero.. —Sonrió de manera inocente. No hay respuesta alguna de él, solo silencio. 

»¿Esta muy arrepentido? —Me atrevo a agregar algo más y es cuando me mira; no solo eso, se atreve a venir hacia mi. 

—No he dicho que estoy arrepentido... pero, esto no es correcto... —No dice más y se que había algo más que decir. 

—Trabaja para mi, ¿qué puede salir mal de ahí?

»Además, somos adultos. Solo podemos divertirnos. ¿O no le gustaría señor Evans? —Hago que retroceda lo suficiente para abrir un poco las piernas y sutilmente doy caricias en mi pierna derecha. Todo bajo la atenta mirada de él. Se qué tal vez, puede visualizar algo más que mis piernas. 

—Demonios... —Un jadeo sale de él y sonrió satisfecha. Esta vez alterna su vista hasta mi rostro y después vuelve a bajar. 

—¿Qué sucede señor Evans? ¿Se quedo mudo? —Afloja su corbata como si le faltara la respiración. 

»¿Quiere desistir o le damos inicio a este juego sensual que los dos hemos creado? —Llevo una de mis manos hacia la camisa color beige que traje hoy y desabrochó un botón, quedando a la vista una pequeña parte de mi sujetador de encaje blanco. 

—¿Qué hace? —Su voz ronca llega a mi y me encojo de hombros con inocencia. 

—Tengo algo de calor ¿Usted no? —Desabrocho otro botón.

—No... pero no hace falta que haga eso —Susurra con voz ronca. 

—¿Hacer qué? —Pregunto con fingida inocencia y hago un puchero. Hecho mi cabello hacia atrás de forma sensual. 

—No me provoque —Me hago la indignada, pero aún así subo mi falda lo suficiente para que se vea una parte de mi ropa interior. 

—Solo tengo calor señor Evans —Abro más las piernas, quedando mucho más expuesta. Si no fuera por mis bragas que me cubren él podría ver esa parte de mi que yo estoy ansiosa porque toque. 

—Joder... —Dice que no lo provoque y aqui esta sin quitar la mirada de mi. Meto las manos entre mis piernas y comienzo acariciarme por encima de mis bragas. Lento. Y sin quitar la mirada de mi sexy abogado. 

Abre la boca sorprendido por mi atrevimiento y yo jadeo. El empezó este juego, yo debo terminarlo. Nadie me reta. 

—Suficiente —Enarco una ceja por su tono tosco hacia mi. 

—No... —Farfullo todavía tocándome. Cierro los ojos por inercia. Siento que quitan mi mano de mi sexo y frunzo el ceño. Abro los ojos encontrándome con él frente a mi, no se en que momento llego hasta aqui. Pero era lo que quería. Le sonrió con picardía.

—Usted es una provocadora. No voy a caer en sus juegos.

—Y aun así, aquí esta señor Evans ¿Por qué no se ha ido? —Susurro.

—Ya me iba... —Retrocede. Antes que lo haga lo tomo de su corbata y lo acercó a mi, muy cerca. Su erección choca con mi intimidad y gimo por el contacto.

—No se resista... se que usted quiere esto tanto como yo. 

—No. 

—¿Seguro? —Me remuevo chocando otra vez con su erección —Puedo sentir cuan afectado esta por esto. Y se que usted sabe que yo también lo estoy. 

—Usted es mi jefa... —Rozo nuestros labios en una caricia apenas perceptible. 

—Va a caer Señor Evans. Y usted mismo me va a pedir que sea suya —Afirmo muy segura de mis palabras. 

—No creo que eso suceda.

—Usted va a caer... —Se separa bruscamente de mi y sale de mi oficina tirando la puerta. Me carcajeó mientras bajo de la mesa. 

Tengo un nuevo reto, y nunca he perdido uno. Y él no sera la excepción. Cuando quiero algo voy por ello, por eso Matthieu Evans lo será. Él no se resistirá mucho, tengo fe en mi; cuando menos me lo espere el estará a los pies. 

—*—*—*—*—*—*—*—*—*—*—*—*—

Una semana después.

Me sobresalto al escuchar un sonido extraño venir de abajo. Bajo de la cama para saber de donde proviene ese sonido, mis pies descalzos hacen contacto con el frío del piso, me estremezco. 

Salgo de la habitación aun descalza, la curiosidad siempre me gana en este tipo de situaciones. 

Todo esta en total oscuridad, como puedo enciendo las luces y poder seguir mi camino al sonido que no ha sesado en ningún momento. 

Cuando bajo las escaleras siento un vacío en mi pecho, siento que esto no es real. Todo esta completamente solo y me da un poco de miedo. 

El sonido viene de afuera y abro las puertas de la mansión para salir. 

Siento que algo no va bien.

No hay nadie, simplemente me encuentro sola. 

Algo no va bien. 

Se supone que la casa tiene seguridad por todos lados ¿donde se fueron todos? 

Antes de que pueda seguir divagando o incluso me asuste más y termine de entrar de nuevo, vislumbro una sombra. Mi corazón se acelera por el susto, pero presa de la curiosidad me lleno de valor y camino por donde vi que paso la sombra. 

Me abrazo a mi misma por el frio que me pego de repente. Estoy asustada pero no dejo de caminar. Llego hasta el jardín que esta al lado de la casa y jadeo al ver tal imagen. 

Lágrimas comienzan a salir de mi sin parar, corro antes de que suceda. Quiero evitarlo. Pero no sucede, suena el disparo antes de llegar al lugar. Un dolor agudo y demoledor llega a mi, mi corazón vuelve a partirse.

No puede ser.

Él no puede estar muerto. 

El único hombre que he amado en mi vida no pudo haber muerto. 

Visualizó a mi padre con un arma en su mano, sonriendo por lo que acaba de hacer. No se ha dado cuenta de mi presencia. No se da cuenta de que yo vi todo. 

Lloro, lloro demasiado y aun así no se da cuenta de que estoy aqui ¿por qué?

—Nos vemos en el infierno —Despierto de golpe y quedó sentada en la cama. Lágrimas salen de mi sin parar. Sin contenerme lloro otra vez, duele, quema como si fuera pasado ayer. 

Mis pesadillas volvieron, el miedo volvió. 

No puede ser.

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