Sebastián Dradas
Elías está en ese profundo sueño, tal vez esté descansando de tan mala vida que sus padres le han dado, de la tristeza que comenzará a consumir su cuerpo, de la ira que lo hacía perder la razón, al fin está en paz. Decirle adiós, verlo fundirse debajo de varios metros, un ataúd que lo guarda para permanecer hasta que sus huesos se desvanezcan y su alma transmigra a un mundo mejor. Unas flores blancas por la gran persona que eras, te extrañaré mi querido amigo y solo espero que, si existe una próxima vida, nos volvamos a encontrar y seamos aún más unidos que en esta vida.
Duele decirte adiós, duele dejarte ir, duele perderte porque fuiste mi gran apoyo y lo más importante en mi vida, creí que despertarías, que no nos ibas abandonar pero, sé que diste todo de ti para no dejarnos solos en este mundo lleno de crueldad, en la que una casa no se puede llamar siquiera hogar. Descansa en paz mi querido amigo.
—Cariño, ya todos se fueron y quiere llover es mejor que nos vaya