Capítulo 2.

Kiara tuvo que guardarse las lágrimas porque en ese sitio no había cabida para eso. No le permitieron ni asimilar lo que ahora estaba pasando con ella.

Escuchó quejidos por las noches que le dieron escalofríos porque era de súplicas de personas que no veía, pero sí se dió cuenta que sufrían.

En las mañanas debía estar limpiando, cocinó para los sujetos robustos e intimidantes que entraron al comedor como si no hubiese una silla para cada uno. Servirles y esperar a que terminaran para ponerse a limpiar de nuevo era su única misión, durante semanas en las que se habló de la ausencia del Don de la triada.

Solo vio pasar a quien sabía era un asesor y a Santos, el tipo que la recibió. El cual en algunas ocasiones le dijo sus tareas cuando su matriarca no se encontraba.

Ir a sacar algunas prendas sucias de quién llamaban amo, quien llegó algunas veces por las noches y se iba antes que amaneciera, y quien supo se llamaba Bastian, aunque todos se referían a él como amo o Don, todos menos Kiara, pues ni siquiera sabía quién era quien en esa casa. Nadie explicaba nada.

Limpió pisos, planchó ropa, comió en cinco minutos, siendo esa su rutina de todos los días, pasando más días en los que su tío no volvió y ella debía mantenerse de pie porque ya no era un deseo, sino una exigencia de otros que no le permitían ni siquiera morir dignamente.

Una sombra pasó a su lado, el cual se dió cuenta de los pies descalzos de la chica que limpiaba a gatas y se detuvo al verla de esa manera, con una mirada llena de juicios en su contra, hasta que sus ojos se encontraron con los de la chiquilla asustadiza que lo miró desde el piso.

El traje de cuero le ceñía la cintura, no por lo ajustado, sino por las hebillas que le marcaron la piel, dejándola roja. Por su mente pasaron ideas que no tuvo jamás y eso lo desconcertó.

__ Sal de aquí. - ordenó y Kiara se levantó de inmediato. - Guarda todo y ve con la matriarca.

Ella juntó el balde y el trapo que lanzó al agua, disgustada, dándose la vuelta para irse, haciendo muecas enojadas contra el hombre que la detalló.

__ ¿Se puede saber que estás haciendo? - preguntó y ella se giró.

__ Nada.

__ Nada, amo. Aprende a respetar. Los niveles están por algo y yo estoy sobre tí. - manifestó.

__ No te siento sobre mí. - dijo ella dándole la espalda.

__ Puedo asesinarte por el irrespeto, niña.

__ ¡Hazlo, por favor! - soltó el balde. - ¿O crees que estoy aquí porque un día desperté y me dije que mi sueño era ser la esclava de un tipo tan repugnante como el tal Don o que le gusta que le digan amo?

__ Kiara. - exclamó la matriarca. Se apresuró cuando vió al sujeto cerca de su esclava a punto de rebanar la lengua de la chiquilla. - Lo lamento, Don. Le prometo que no volverá a suceder.

Kiara sintió su corazón detenerse al ver quién era el hombre que tenía frente a ella. Creyó que solo era un soldat más, no...el Don.

Debía aprender a guardar su lengua, se dijo.

Cualquiera pensaría que la matriarca estaba defendiendo a Kiara, pero solo estaba cuidando de "su lote". Si una fallaba, quien llevaría un castigo sería ella y no estaba dispuesta a pagar por errores de otros.

Bastian observó a Kiara. Ella a él. Le ordenaron bajar la cara y no obedeció, retando a la muerte, pues no era nada fácil estar ahí y ya se había rendido a que su destino no sería agradable. Prefería que la ejecutaran.

Pero el amo solo se dió la vuelta, se alejó de ella y no volteó jamás. Kiara fue llevada a la fuerza a la cocina, en donde luego de guardar todo, recibió una bofetada de parte de Cleo, la matriarca, pero ella no se quedó de brazos cruzados y le lanzó lo primero que encontró, armando un zafarrancho en la cocina que alborotó a todas, las cuales bajaron la cabeza en cuanto su matriarca les dedicó una mirada.

__ Estás tentando mucho a la muerte, estúpida. - le dijo Cleo sosteniendo su cabello.

__ Pues al parecer no lo suficiente. - dijo empujándola lejos.

__ ¿Me pueden decir que caraj0 les ocurre? - cuestionó Bastian desde la sala. Pues tuvo que bajar de su lugar de trabajo al no dejar de escuchar esa pelea.

__ Amo...

__ Otra vez. - murmuró al ver a Kiara limpiando su cara. - Tú, ven conmigo.

__ Don, no es necesario que...

Con una mirada siniestra la matriarca calló. No lo iba a desafiar, ni nadie de los presentes.

Kiara no tuvo más alternativa que caminar hasta donde estaba, pero él no se quedó a esperarla, lo que significó que debía seguirlo. Subió al segundo nivel de esa fortaleza, pasando de largo, yendo al tercero.

El aire fresco golpeó su rostro y movió su cabello cubriéndole la cara al no llevarlo amarrado con algo resistente, pues ni siquiera ella podía decidir qué ponerse.

__ Limpias todo lo que ves y lo dejas pulcro. Como si fueses a comer en la superficie. - determinó Bastian.

__ Si supiera lo que me ha tocado comerme. - murmuró y él clavó los ojos en ella. - Me refiero al...

__ No me interesa conocer lo que te tragas. - se sentó en la reposera que estaba en la esquina. Debía revisar algunos diseños de armas que comenzaría y ella le restaba esa tranquilidad que debía tener para concentrase con tanto grito.

Era más fácil matarla, pero su tío debía pagar por ella y esperaba que lo hiciera antes de decidir hacer lo primero. El tiempo se estaba agotando y él tomaría medidas si pasaba lo estipulado sin recibir su dinero.

Kiara juntó botellas, latas y algunas hojas secas que ni sabía cómo llegaron ahí, los separó como en su trabajo se lo mostraron. Para no llevar tantas bolsas los hizo un solo bulto y comenzó a arrastrarlos causando un ruido demasiado alto para que Bastian olvidara su existencia.

Esperó a que se marchara a dejar la basura y siguió, durando un instante su paz, porque regresó y comenzó a barrer, moviendo cosas de un lado a otro, dejándolas caer sin ningún cuidado, pues de su propia voluntad no estaba ahí y si ella estaba incómoda, todo el mundo lo estaría. Deseando conseguir que la echaran o de paso eliminaran, las dos cosas servían, se dijo.

__ ¿Puedes dejar de arrastrar todo? - le preguntó Bastian hartó de ella.

La chica hundió los hombros. Él bufó.

Hizo las cosas más tranquila y con el debido cuidado, sumándole sus tarareo de una canción que siempre sonaba en su trabajo. Bastian pellizcó su entrecejo.

Tenía un dolor de cabeza de los mil demonios y esa chiquilla no hacía más que empeorarlo.

Aguardó a que terminara, pero al pasar los minutos, siguió cantando la misma estrofa, no pudiendo más y en lugar de matar a la garantía de una deuda cogió el portátil y se levantó para marcharse, pasando a su lado a tiempo que Kiara se dió la vuelta de sacar la basura del agua para poder vaciarla, pero al no querer tropezar con él dio un paso atrás, cayendo al agua, alcanzando su abrigo al último segundo.

Bastian por instinto la tomó del brazo, ella se aferró mucho más. Sus ojos conectaron un instante, pero él al percibir algo extraño en ellos, no quiso averiguar y la soltó dejándola caer.

Kiara se hundió en el agua y él al fin tuvo paz.

Se giró yendo a las escaleras para marcharse, pero el ruido de alguien saliendo del agua nunca lo escuchó. Se detuvo, no queriendo voltear, si moría era mucho mejor para él.

Miró su reloj. Nada. Ningún ruido.

__ Lo que me faltaba. - dijo con los dientes apretados. Se giró y efectivamente aún no salía.

La miró en el fondo sin moverse, con los brazos en el abdomen y sus ojos cerrados, lanzándose al segundo de quitarse el abrigo de piel. Con su brazo rodeó su cintura y la llevó a la superficie, siendo lo primero que recibió una cachetada de la chica que se sorprendió al igual que él cuando se dió cuenta lo que hizo.

__ ¿Se puede saber que mierd@ estás...

__ Lo siento. Fue sin querer. - le vió el arañazo en la cara. - Voy a...

Su mano fue tomada antes que lo tocara, su brazo se cerró más en su cintura y ella contuvo el aliento al tenerlo tan cerca.

__ No quise lastimarte, lo lamento. - se quejó al sentirse casi sin aire.

__ ¿Crees que eso es lastimar? Esto es lastimar. - la puso contra la pared de la piscina y ella guardó el jadeó en su garganta. No era dolor y ambos lo supieron. Estaba tan cerca que sintió el aliento mentolado tocando sus labios. - Puedo lastimarte de formas que no conoces.

__ Nada puede lastimar lo que está cubierto por cicatrices. - declaró Kiara. - Ni un bárbaro bestia como tú.

__ Oh, dulce niña. Soy quién más daño puede causarte. - arañó su cintura y luego la liberó como si comprobarlo fuese uno de sus deseos. - Deja tus jueguitos tontos y haz lo que se ordena.

La soltó del todo y Kiara flotó sola, yendo a la escalerilla.

__ ¿Que no prácticas la meditación un segundo? Es lo que hacía, imbécil.

__ No somos iguales, deja de referirte a mí como tal. - la reprendió no queriendo decir nada más.

__ Cuando haya un derecho escrito mundialmente que diga que hay seres superiores a otros, ahí respetaré eso. No antes. - replicó como si ella no fuese una esclava en ese sitio.

Bastian tomó su abrigo y caminó con el portátil en su mano, dándole la espalda, dejando petrificada a Kiara cuando vió su piel cubierta por un tatuaje de un cuervo sobre un símbolo celta.

Era el mismo.

Era él. El criminal que vio esa noche, era él.

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