Extra: Un oscuro amor.
—¿Una última copa? —le preguntó Bastian al hombre que estaba sentado en el mueble de madera, frente a la puesta de sol más majestuosa que sus ojos pudieron ver.
—Puedo hacerlo. —dijo el colombiano con voz débil. El alemán se sentó a su lado, vertió un poco del vino de cava y lo puso en sus manos. —Este es un buen lugar.
—Lo es. —contestó el Don. —La única vez que Artemio se comportó como un padre, vino a curar mis heridas aquí. Dijo que cuando todo rebase, este es un buen sitio.
—No se equivocó. —le dio un sorbo a la copa. Sus fuerzas se terminaban lentamente, a lo que Bastian recibió la copa cuando este se la entregó. —Estoy muy agradecido por esto, muchacho.
El alemán asintió.
—Es verdad. Las claves de mis cuentas las tienes aquí. —buscó en su suéter. —Quiero que busques lugares que necesiten donaciones y las entregues todo.
—¿Me podrás trabajo en el último momento, viejo? —leyó la nota. —Pero sé de alguien que conoce muchas de esas.
—¿Puedo descansar? —el alemán extend