Cautiva por el despiadado alemán
Cautiva por el despiadado alemán
Por: Nelsy Díaz
Capítulo 1.

__ ¿Solo esto de propinas? - preguntó Camilo cuando revisó el sobre que su sobrina le entregó. - Te estás quedando con lo demás. Tú siempre obtienes más. Dámelo.

__ No me he quedado con nada, tío. Solo que no es una buena temporada para el restaurante y apenas obtengo eso. - contestó viendo el disgusto del hombre que negó como si fuese su culpa.

__ Una inepta es lo que eres. Te pagan por conseguir clientes y ¿así es como respondes? - la tomó del codo para arrastrarla a su dormitorio o lo que parecía serlo, pero no era más que un catre viejo y maloliente que trataba de no ver de ese modo.

Cayó sobre él colchón que rechinó cuando su tío la lanzó a ese sitio.

__ Te quedas ahí y sin comer. - soltó furioso. Esa pequeña cantidad no le bastaba para dejarla tranquila, pero por más que Kiara se esforzara no consiguió llegar a la cantidad predispuesta.

Aún tenía diecinueve años. No faltaba mucho para cumplir sus veinte años y todo parecía eterno para llegar a sus veintiuno que era la edad para quedar fuera del poder de su tío. Todo por culpa del testamento del borracho de su padre, quien no pensó que este le daría una vida tan mediocre a su única hija.

Que inconsciente había sido.

Tan solo bastaban trescientos sesenta y seis días para librarse de él y podría trabajar de algo más, eso no le dió ningún alivio, pero por el momento debía aguantar.

Se aseguró que se hubiese ido para sacar la galleta que comió, sin envoltorio, siempre se los quitó para no ser descubierta, pasando otra noche de esa manera para comenzar otro día de la misma forma.

Jonas, su novio la esperó como todas las tardes después del trabajo entregando una nota para su cita del siguiente día. Ella no dilató mucho en hablar con él, porque su tío medía incluso el tiempo que tardaba en regresar a la casa.

Le entregó un poco de dinero que ella no quería recibir, pero sabía que con eso, al menos pasaría una buena noche y no oyendo sus insultos aun sin verla. No quería eso para la noche anterior a su cumpleaños, por lo que cuando vio la cara de satisfacción de su tío supo que había valido la pena.

Podía escaparse de ese infierno. Lo hizo dos veces antes, pero su tío siempre daba con ella, por eso dejo de intentarlo desde hacía dos años.

Sin embargo, estuvo planeando por meses escaparse con Jonas, pues este le prometió llevarla a un lugar donde ella tendría toda la libertad que quisiera. Ilusionada con eso sacó un poco de ropa cuando podía y con el tiempo tenía la suficiente para poder hacerlo.

Esperó con ansias que pasara su turno de trabajo, atendió a los clientes mejor de lo que lo hacía, llamó la atención de otros y estos dejaron mejores aún. Ese día había sido muy productivo, además que Estefanía le dio un cupcake de colores con una vela que sopló para festejar.

Sonrió todo el día, estaba feliz. Nunca había estado tan alegre, menos emocionada por algo. No desde diez años antes.

Su turno terminó, tomó su morral que ya había reparado varias veces porque su tío no le dejaba dinero para comprar una nueva y caminó a la salida de su trabajo, donde se suponía que Jonas la estaba esperando. No obstante, aún no había llegado.

Caminó hacia el sitio de siempre, buscando un lugar donde pudiera estar sin pensar en que podrían verla huyendo.

La noche era su compañía siempre en ese callejón, esperando a su novio. Pero en ese momento lo único que vio fue un torso desnudo con un tatuaje particular, un símbolo celta, con un cuervo bañado en sangre. Un hombre que rebasó su altura en medio del callejón, estaba viendo la espalda de un asesino y eso le dejó la lengua adormecida.

No era solo tinta, también había sangre fresca. Los músculos en el sujeto le congelaron la sangre, ella caminó hacia atrás con pasos suaves hasta comenzar a correr de regreso. Sin embargo la habían visto, solo que ese sujeto no iba a perseguir a alguien insignificante como veía a todo el mundo.

Kiara quiso encontrar a alguien para decirlo. Estefanía no estaba, su jefe tampoco. Quería a su novio para pedir ayuda.

Pero no fue él a quien vio en ese sitio. Era Camilo, su tío.

Su corazón dejó dejó de latir al verlo, pensando que la había descubierto, quiso preguntar por su novio, por si le habían hecho daño, pero este se portó tan amable con ella, que en lugar de sentirse aliviada, se mostró temerosa.

__ Sube, tengo un lugar que mostrarte. - animó Camilo con su voz amable, aquella que jamás había usado con ella.

__ ¿A donde? - preguntó con cautela. Vio todo con desconfianza.

__ Tu nuevo trabajo. Necesito que pagues algo que debo.

__ No, yo tengo un poco de dinero hoy y puedo...

__ Eso no me sirve, Kiara. - la tomó del codo y ella negó nerviosa. - Son siete millones, perdí un negocio y para hacerlo pedí dinero prestado a quien le prometí el triple y ahora debo pagar.

__ Pero no puedo ganar ese dinero trabajando..- se rehusó a subir al auto de su tío.

__ Lo pagaré. Solo debo ir con mi papá, cuando sepa todo no dudará en darme el dinero. - Kiara supo que mentía.

Su abuelo jamás le daría un centavo más a Camilo. Había echado a perder muchos de sus negocios y se había cansado de darle dinero, estaba perdida, por lo que no quería averiguar de qué la pensaba meter a trabajar. Tanta insistencia ya le daba indicios.

Se soltó de su tío y aferrada a su morral corrió, pero pronto fue alcanzada por él, quien la tomó del nacimiento de su cabello y la soltó al ver que llamó la atención.

__ No te comportes como si no me debieras el haberte dado de comer todos estos años. Me debes mucho, Kiara. - declaró. - No queremos que tenga que vender la casa de papá para pagar la deuda ¿no?

Ella se contuvo. No luchó más.

Esa casa era todo lo que sus padres le dejaron. No quería por ningún motivo perderla y su tío tenía el poder para hacerlo hasta que cumpliera los veintiún años, aún faltaba para eso.

__ Eso es. Vamos tranquilos, como tío y sobrina al auto, que nos esperan. - le acarició la cabeza haciéndola entrar al vehículo del cuál cerró la puerta.

Buscó a Jonas por todos lados, ignorando el sonido del motor, pero nada de eso le fue de ayuda cuando lo encontró atrás de un auto con los ojos fijos en ella, tuvo el impulso de correr hacia a él, pero este negó.

No pensaba arriesgarse por ella. Kiara percibió la respuesta y sus lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

Le había prometido salvarla de su tío, pero no lo hizo. Sus sollozos quemaron su pecho cuando no los quiso dejar salir. Había sido una tonta.

¿Como fue tan ingenua de creerle?

Nadie había cumplido las promesas antes ¿porque Jonas sí lo podía hacer?

Se abrazó a sí misma cuando lo vio por última vez, este ni siquiera se esforzó un poco. Dejando que su tío la llevara a algún sitio de la ciudad, en donde después de aparcar el vehículo la hizo bajarse para llevarla con él al edificio con aspecto victoriano al cual entraron.

No tardó mucho en ver cómo las cadenas hacían parte de la pared, como si fuese para perros, pero los canes presentes andaban sueltos. Mirando con horror el escudo que había en la pared cuando abrieron la última puerta.

La triada de la sangre negra, una de las pandillas conocidas por ser despiadada y sanguinaria en toda Alemania. Eran integrantes de ellos.

__ ¿Ella es tu pago? - le preguntó un hombre de tatuajes en la cara a su tío. - Se ve muy escuálida. No servirá para trabajos pesados.

__ Puede con todo. - alegó su tío y en ese momento le dió terror esa respuesta.

__ Veremos si con todo. - dijo una voz que salió de la nada, ella se giró para ver al hombre de altura predominante casi para aplastarla si no la veía, rostro endurecido como si estuviera furioso, facciones sombrías, un abrigo de piel sobre los hombros y cabello de un oscuro castaño que se veía húmedo pese a no estarlo, desbordando el olor amaderado que se esparció alrededor suyo.

Ni siquiera la miró. Pero todo se veía pequeño a su lado, ella aún más.

__ Santos, llévala a que se vista adecuadamente. - ordenó el sujeto. - Camilo, recuerda que si no me pagas en dos meses como propusiste, no solo tu moneda de cambio morirá.

A Kiara dejó de importarle lo que este había dicho, implorando a su tío sacarla de ahí, pero este no le hizo caso, en absoluto. Dejando a su sobrina con una deuda que no era suya, quien deseo la forma de escapar de ahí, pero cuando el collar de esclava se cerró sobre su cuello, supo que no la encontraría.

No había salida y nadie iba a abogar por ella.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo