(Astor)
Los dos seguimos caminando por las calles de la ciudad, era de noche, ya casi llegando a la madrugada. El sueño estaba haciendo que Ciro caminara mucho más lento.
—Vamos a volver al castillo. Regresamos mañana y ya. —dijo Ciro, que comenzaba a ponerse de muy mal humor.
—No podemos hacer eso. —gruñí, con fastidio, si nos marchábamos la situación tardaría mucho más en resolverse y eso no podía ser.
Necesitaba las respuestas rápido, tenía un mal presentimiento.
—Pero me dormiré de pie si seguimos así. Vamos, no puedo seguir y no vas a obligarme. —dijo Ciro, con un hilo de voz.
No tuve más remedio que aceptar que debíamos regresar al castillo. No me acostumbraba todavía a vivir en un lugar así, después de haber pasado toda mi vida en el bosque. Este lugar era tan lujoso y frío que a veces sentía que me convertiría en una estatua de hielo. Pero era el único sitio en el que podía estar por ahora, para esperar a Eva, porque eso haría toda la vida de ser necesario. Yo la amaba, mi cor