Punto de vista de Diego
Las pupilas de Diego se contrajeron hasta reducirse a pequeños puntos, le faltó el aire como si le hubieran disparado con plata.
Retrocedió tambaleándose un paso, pero sus instintos de Alfa rugieron con vida, obligándole a mantener su posición.
—¡Imposible! Estaba estable cuando me fui. ¡No hay manera de que esté muerta! —rugió.
—Esto tiene que ser otro de sus trucos para llamar mi atención. ¿No te dije que no cayeras en sus juegos?
Su Beta se encogió bajo el peso aplastante de la furia de su Alfa, su voz temblando.
—Alfa, el cuerpo de la Luna está fuera de la jaula de plata. Hemos realizado una prueba de ADN... es ella. Es realmente la Luna.
Un rugido primitivo de miedobrotó del pecho de Diego. El pánico inundó sus ojos—ese tipo de terror profundo que solo viene de perder a tu compañera.
Arrebató las llaves de la mano de su Beta y comenzó a correr desesperadamente.
—¡A las mazmorras! ¡Ahora!
El Beta no dudó, apresurándose para mantener el ritmo de su Alfa.
Dieg