Punto de vista de Isabella
Cuando vi las noticias, pensé que había perdido la razón.
No me importó. La isla de mi padre, en el Atlántico Norte, estaba protegida por fuertes barreras. No me encontraría tan fácilmente.
No le di más vueltas al asunto y continué aprendiendo a manejar la manada y los negociosfamiliares.
Aprendía rápido. En menos de un mes ya supervisaba los asuntos importantes del imperio familiar y mediaba en disputas entre manadas aliadas.
Un día, justo cuando terminaba una reunión de la junta, alguien irrumpió en la sala de conferencias.
Era Diego.
Hice un gesto con la mano para que los demás líderes de manada se retiraran.
Cuando Diego me vio, sus ojos instantáneamente se tornaron rojo sangre, con su posesividad de Alfa manifestándose.
Se abalanzó hacia mí y me agarró la muñeca.
—Isabella, ¿por qué fingiste estar muerta? ¿Sabes el daño que que le has causado a mi lobo? Me estáarrañando el pecho desde dentro. Y lo sabía. Amas demasiado la vida como para simplemente mor