Capítulo 41. Una despedida cargada de promesa
Una semana después Michael estaba en el gimnasio equipado de la casa de Halcón en New York.
Era muy temprano y la casa estaba en completo silencio.
Michael no había dormido.
Le pegaba a un saco de boxeo y su mente era un infierno.
—Hijo, creo que deberías ir a Venezuela.
Michael volteó y vio a don Massimo en la puerta del gimnasio.
—No sabía que se había quedado —dijo Michael sorprendido.
Massimo entró, el apuesto hombre aunque mayor conservaba su temple y jamás mostraba vulnerabilidad, aunque las ojeras y cansancio podían notarse en su semblante.
—Tampoco he dormido, lamento que haya sido otra noche sin respuestas sobre Slashdot, pero me comprometí a hacerme cargo de los vuelos de Alessandro a Grecia y de Odín a Venezuela.
Michael hizo una mueca.
No recordaba que Odín se iba también.
Odín era el entrenador que sacó a Diego de las calles, que apoyó a Michael dándole un hogar junto a Diego en el gimnasio en Venezuela cuando era un niño y no tenía a nadie en el mund