Capítulo 37

En el día de hoy he tenido la buena suerte – que no se note la ironía – de encontrarme con dos políticos importantes de aquí. Han sido con diferencia los más violentos y asquerosos.

Acabo con extremado dolor el día, por suerte he vuelto a portarme bien y me van a dar lo que he pedido. Casi quise llorar cuando me dijo que incluso ya lo había comprado y que estaba en lo que llaman mi habitación. Esa mierda no es más que mi cárcel.

Después de cenar vuelven a ducharme y me dejan en mi habitación. Sonrío con alegría cuando veo los lápices y los folios de papel. Casi lloro de alivio cuando los veo. Me acuesto en el suelo, sintiendo el dolor en mi costado, me han golpeado en las costillas y para mi suerte no me han roto ningún hueso.

Abro el paquete de folios blancos y los lápices y comienzo a escribir como sino hubiese un mañana. Dejo todo lo que siento en los folios, rompo aquellos que no quiero que nadie lea jamás y guardo la lágrimas mientras escribo aquellos que quiero que alguien lea.
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