Laura, trece años de edad:
La señora Margarita se acercó a la puerta principal de la casa y abrió cuando la escuchó sonar. Un hombre de unos cuarenta años, alto y robusto con una barba perfectamente arreglada entró con rostro muy serio.
—¿Qué te pasa?, ¿por qué lloras? —le preguntó a la señora Margarita.
—¡¿Qué me pasa?! —inquirió ella dejando rodar sus lágrimas por sus mejillas—. Me llamaron del colegio de Laura y me preguntaron qué le sucedía, porque no socializa con nadie en su salón, a veces llora y una vez la llevaron a la enfermería porque se estaba ahogando.
—Eso le sucede porque se parece a su madre, tú eres igualita a ella —gruñó el hombre.
La señora Margarita caminaba detrás de su esposo que se