Obsesión

Emilio Ferrer 

Miro las mejillas sonrojadas de mi recién esposa y mi labio se curva en una sonrisa maliciosa. Sé que no soy capaz de obligarla a estar conmigo de formar íntima, pero estoy totalmente seguro que puedo hacer que ella misma me suplique por hacerlo. 

Me llevo el vaso de whisky a los labios y doy un sorbo sin dejar de mirarla. Ella es un espectáculo a la vista, nunca fui atraído por las pelirrojas, pero esta me tiene jodido. Desde que la Vi hace unos meses, supe que la quería para mí. Sabía de dónde provenía, todo porque era inevitable la guerra entre los Zurcos y mi familia, y cuando me disponía a atacar, la Vi.  

En definitiva, ella fue quien salvó a toda su jodida familia. Eso lo deje muy claro a su padre cuando pedí una reunión con el hombre. Apenas comenté mis planes, quería matarme, lo ví en sus ojos, pero fue inteligente porque sabía que no tenía oportunidad contra mi.

Y aquí estamos, ahora como familias. No es que esté contento de tenerlos cerca, pero comparten lazos sanguíneos con la mujer que me importa, así que me toca aprender a aguantarlos. Sobretodo a ese par de hermanos suyos que son unos chiquillos inmaduros, impulsivos y de mente corta. Aún les falta por aprender.  

Miro alrededor y todos están riendo y bebiendo y yo solo puedo pensar en mi bella esposa, en lo que haré para que se sienta atraída hacia mi. 

Veo que se dirige a una chica morena, que noté como su amiga todo este tiempo que la investigué. No puedo escuchar lo que dice, pero por la sonrisa traviesa que le da a mi linda esposa y las mejillas coloradas de ésta, sé que están hablando de la intimidad. 

Quiero reírme, pero disimulo volviéndome a llevar el vaso a los labios. 

—Idiota suertudo— escucho a mi mejor amigo a mi lado y volteo para verlo con la sonrisa más radiante y echando la silla atrás para sentarse

—No creo en la suerte, pero si, con esta mujer salí premiado— No dice nada más y como es raro en él, volteo a mirarlo, me levanta una ceja y niega con la cabeza —¿Que pasa? 

—Trata de no obsesionarte Emilio, la pobre mujer, como investigamos, apenas está empezando a vivir. 

—demasiado tarde, esa mujer se metió en mi piel y allí se mantendrá. 

Me levanto antes que comience a darme un sermón de cómo debería ser o comportarme. Ambos sabemos que nunca he Sido un hombre normal que se dirija por principios o reglas, que no soy un ser humano que se comporte según lo que dice de normal la sociedad. Creo que mi reputación de psicópata me la gané por algo.  

Llegó hasta donde está ahora mi esposa y su amiga que estaba riendo, mira por encima de su hombro al notarme. Mi esposa se da cuenta de mi presencia porque se pone rígida, pero antes de que reaccione, me pego a su espalda e inhalo su aroma a vainilla. 

—vamos a bailar La mía farfalla— le susurro en el oído y su amiga hace un sonido ahogado que no presto atención porque solo mis ojos están en ella, en el calor de cuerpo, en su aroma y la textura de su cabello en mi rostro. Ese color me mata y más cuando está tan largo que me provoca tomarlo entre mis dedos. 

—No— solo es un susurro su respuesta y quisiera reír por lo afectada que se siente mi pequeña mariposa, aunque lo niegue, se siente atraída por mi. 

—sabes que debemos tener el baile como esposos farfalla, así que vamos o te obligaré a mi manera. 

Se da vuelta y cuando la miro a los ojos puedo ver ese fuego que me pondrá duro si continúa peleando contra mi, quiere pelear, lo sé y me encanta cuando se pone firme con los hombros rectos 

—Dije que no, y no me puedes obligar porque no montarás un escándalo. Además, te prohíbo ponerme la mano encima… 

No ha terminado, cuando doy un paso al frente pegando nuestros cuerpos y tomándola suave detrás su cabello la inclino y pego mis labios a los de ella. Al principio no me corresponde al beso, pero cuando mi lengua recorre sus labios, se estremece y me devuelve de forma voluntaria su beso. 

Quisiera reírme porque se niega tanto a reconocer que le atraigo al menos físicamente un poco, pero arruinaría el momento. 

Sin darle tiempo a pensar más, la llevo de la mano a la pista de baile y le hago señas al encargado de la banda en vivo y comienza a sonar una música suave, es más como una canción clásica, pero no me importa, solo me deleito en esta mujer que me tiene hipnotizado. 

No sé ha dado cuenta, pero su cuerpo se pega al mío como imán. Me encanta todo de ella, y no hace falta ser sabio para saber cuán obsesionado me tiene. 

Aprieto ligeramente su cadera para pegarla a mi, y escucho un suave sonido que proviene de ella que parece un jadeo. Mi mariposa no sabe, pero aunque insista en resistirse su cuerpo me desea. 

Ella está hecha para mi, y mataré a cualquier idiota que insista en apartarla de mi lado, ella es mía. 

Rozo mi nariz contra su mejilla y siento como se le eriza la piel. 

—No lo sabes aún, farfalla, pero te enamorarás de mi. 

Escucho un resoplido y me encanta cuando me desafía. 

—Quisieras tú— se despega un poco de mi para mirarme a los ojos —Primero lloverá dinero del cielo antes de que eso suceda

La pego aún más si eso es posible y sus ricos labios se abren de la impresión 

—Pues jodidamente haré que llueva dinero, pero te doy mi palabra, como me llamo Emilio, que tu corazón latirá solo por mi…— me acerco a su oreja y paso mi lengua por su lóbulo —Así como tu coño. 

Está vez no me contengo y me rio por su reacción. ¡Oh! Me encantará luchar contra esta linda mariposa. 

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