Agatha se encerró en su habitación sintiendo que su corazón iba a estallar y salirse de su pecho. Había visto de más, había abierto la caja de pandora y ahora sería castigada por ello.
Morir no parecía una mala idea. Caer en las garras de Dionisio era aún más aterrador.
Sintió que iba a vomitar todo el desayuno ahí mismo al recordar la mirada de Dionisio sobre la suya. Estaba tan asustada que hasta podría tomar el primer vuelo a donde sea y no volver nunca más. Pero pensó en su amiga tantos años viviendo con un hombre que la estaba engañando descaradamente y encima tenía el descaro de pedirle un niño.
El miedo fue reemplazado por la furia y salió de su cuarto dispuesta a contarle toda la verdad.
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Selene se encontraba en su habitación cuando Agatha apareció de golpe, agitada, con el rostro rojo y sin su cena.
-¿Agatha?- preguntó extrañada al ver la mirada de terror de su amiga.
-Sele… necesito decirte algo-
-¿Qué pasa?
-Yo…
No pudo terminar de hablar cuando la puerta del cua