Han sido los peores meses de mi vida. Siempre creí que sabía defenderme, pero las peleas en la secundaria con mis compañeros no se comparan a estar en prisión.
He tenido que pelear a golpes por comida, cama y para que no toquen mis cosas, más que nada para hacerme respetar. Más que los golpes o la soledad, lo que me duele es tener lejos a mi mujer y a mi hijo.
Todavía recuerdo cuando golpeé a un tipo que me robó la fotografía de Elizabeth; ese día terminé en la celda de castigo.
Sé que debo comportarme bien, pero me es imposible, sobre todo porque no estoy solo. No sé si es mala suerte o destino, pero uno de mis compañeros es Aldo. El tipo que acosaba a Ellie en el trabajo y al cual le rompí la cara cuando intentó lastimarla. Evidentemente, él no se olvidó que yo lo encarcelé y me ha hecho la vida imposible desde que ingresé a prisión, sumado a que muchos monos lo siguen por el dinero que tiene, no ha sido fácil.
Lo bueno es que yo también tengo protección. Uno de mis compañeros, apod