Elizabeth Romano.
En este momento estoy en mi habitación con los gemelos. Hoy trabajé hasta tarde y no los vi en todo el día.
— ¿Cómo están mis amores hermosos? —les digo cariñosamente.
Chris intenta desabrochar mi blusa mientras Santi está muy concentrado mirando dibujitos en el televisor y tomando su biberón. Ya deberían estar dormidos, pero hoy durmieron siesta, por lo cual será muy difícil dormirlos.
— Qué tetero —me desabrocho la blusa y me subo el brasier, él se prende rápidamente y comienza a alimentarse.
Ha sido muy difícil quitarles el pecho, sobre todo a Chris, quien se duerme con él. Santi no le presta mucha atención, él solo toma leche en biberón y comida sólida.
Cierro los ojos y lanzo un bostezo, estoy agotada.
— ¡Qué rico, a mí también se me antoja! —digo casi para mí misma.
Casi salto del susto cuando escucho la voz de Rodrigo. No tengo idea cómo entró a mi habitación. El imbécil no deja de mirarme y se acerca lentamente.
— ¿Cómo entraste, estúpido? —le reprocho, moles