Capítulo 30

Cuando el abogado llegó a casa de los Durant, Mario le recibió con mucho entusiasmo.

—Bienvenido, abogado Marqués, tome asiento.

—Gracias —expresó Marqués al extender la mano.

—Cuéntame, ¿qué le trae por aquí? —indagó al extender una copa.

—No, gracias; no le hago a la bebida.

—¿En verdad?

—Señor Mario, no he venido a tener una reunión de amigos con usted.

—Entonces, ¿a qué vino?

Marqués extendió unos papeles para que Mario firmara.

—Son los papeles del divorcio.

—¡¿Qué?! —exclamó, levantándose con los papeles en mano.

—La señora Inma quiere divorciarse.

—¡Imposible! Ella está muerta...

—¿Qué dice? No puede escuchar lo que dijo.

—¿Que mi esposa no está en el país? Ella salió al enterarse de la muerte de su padre; no pudo enviarme estos papeles.

Estaba muy enfadado cuando escuchó el timbre de la puerta. No solo estaba enojado; el nerviosismo se había apoderado de él.

—¿Por qué hay policías fuera?

—No lo sé —Marqués se levantó y miró por la ventana.

—No abras la puerta —gruñó Mario, apu
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