Belén sonrió y dijo, —Qué considerado eres. Nunca se me ha ocurrido llevar a mi familia comida típica de otras ciudades para que la prueben.
—No me gustan esas comidas, así que no me apetece comprarlas.
No había muchos platos típicos y aperitivos que Belén aceptara y apreciara.
—Cada vez que visito a una ciudad nueva, le llevo a mi familia algunos productos típicos y, a veces, también se los regalo a mis parientes y amigos.
Axel siempre hablaba con una sonrisa, y cuando la miraba sonriendo, Belén fácilmente caía en la ilusión de que él la quería. Belén era una persona tranquila y seria, pero cuando estaba frente al gentil y caballeroso Axel, siempre se sentía muy feliz.
No era de extrañar que Cristina tuviera una buena impresión de Axel desde el primer momento y lo elogiara de vez en cuando, hasta el punto de que Belén siempre pensaba que a Cristina le gustaba Axel.
—Axel, ¿ya comiste?
Belén dejó de mirar a Axel a los ojos.
Disfrutaba con elegancia de su almuerzo, muy satisfecha.
—Come