—Ricardo, aunque todavía no ha pasado nada, mis sospechas no pueden estar equivocadas. Es mejor que os marchéis del centro de la ciudad y volváis a nuestro pueblo natal.
—Ve a decírselo a tu madre.
Enrique no quería especular más sobre lo que Sandra pretendía, solo quería proteger la seguridad de sus hijos y nietos.
—Papá, ¿por qué siempre te preocupas por cosas que aún no han pasado y que probablemente nunca pasarán?
Ricardo y sus dos hermanos no querían irse.
—La situación no ha cambiado porque aún no llega el momento, ya lo sabréis cuando haya llegado.
—Si aún me consideráis como el padre, haced lo que os digo.
—Vale, papá, tengo que irme a hablar con mamá sobre el divorcio, me voy.
Ricardo puso una excusa y se marchó.
Sus dos hermanos menores también se marcharon con diferentes excusas. Enrique estaba muy enfadado, pero no podía hacer nada con sus tres hijos.
Como sus hijos no querían irse, Enrique decidió llevarse a sus nietos y nietas a su pueblo natal.
Con esa idea en mente, lla