El rostro de Dalia palideció al instante.
Maldijo a Isabela en su mente.
Lo que más odiaba era que Isabela dejara que los perros la atacaran.
—Veo que las puertas están totalmente abiertas, ¿hay algún invitado importante?
Dalia se giró para preguntar por los movimientos en la villa.
El guardia dijo en voz baja, —¡Señorita, que se vaya, por favor!
No respondió a la pregunta de Dalia.
Dalia se quedó con sus sospechas y miró hacia el interior, sin ver ningún rostro desconocido.
A instancias del guardia de seguridad, Dalia se marchó.
No se atrevió a montar una escena como la última vez.
La familia York tenía invitados que llegaban hoy, y si se atrevía a montar un escándalo y deshonrar a la familia York, Zachary seguramente la mataría.
Para la familia York, matarla era tan fácil como aplastar una hormiga.
Cuando empezó a ser la amante de Felix, Dalia pensó que había encontrado el apoyo que necesitaba para despreciar a la familia York.
Pero la realidad le demostró que ella no era más que un