Cuando llegaban al Hotel Wiltspoon, Arturo acompañó a Carina al interior, le hizo el check-in y prometió cubrir todos los gastos de Carina en el hotel.
La abuela dijo que Carina era su invitada de honor.
Por supuesto que debería ser generoso con ella.
Tras conseguir la tarjeta de la habitación, se la entregó a Carina y le dijo, —¿Necesitas que te acompañe arriba?
Carina sonrió amablemente y contestó, —No hace falta, gracias por enviarme aquí. Primero tengo que volver al hotel que reservé y recoger mi equipaje.
—¿Ahora mismo? ¿Te acompaño?
—No, gracias, Arturo, ya puedes decirle a tu abuela que me has dejado en el hotel para que no se preocupe.
Cuando ella insistió en su rechazo, Arturo dejó de ofrecer su ayuda. Le dijo a Carina que le llamara si necesitaba algo y se marchó.
Carina le miró fijamente de espaldas. Nadie sabía qué estaba pensando.
Sólo cuando la figura de Arturo desapareció de su vista, ella se marchó.
Iba a su refugio temporal para hacer las maletas y alojarse en el Hotel