—Abuela York, cuando lo dices así, en qué quedamos nosotros. Zachary es tan bueno que no te parece suficiente, entonces somos fatales.
Dijo Clive con una sonrisa.
Remy asintió con la cabeza.
La anciana echó a reír aún más.
Estaba orgullosísima de sus nueve nietos.
Dentro de unos años, cuando todos sus nietos se hubieran casado y tuvieran hijos y carreras de éxito, se moriría contenta y feliz.
Los ojos de William volvieron a posarse en Sonny.
Sonny estaba acurrucado en los brazos de Serenity mirando a todos con curiosidad y escuchando la charla, aunque a su edad no podía entender lo que decían los abuelos.
—Parecido, qué parecido.
Murmuró William.
—Este niño se parece mucho a Gisela de pequeña. Si lleva dos coletas y un vestido, es casi como Gisela de pequeña.
Mirando a Sonny, William parecía sumido en sus recuerdos.
Por aquel entonces, cuando Gisela le veía a William, siempre le decía en tono infantil, —Tío Loyal, un abrazo, quiero un abrazo.
Nunca podía resistirse a la petición de la