Al oír las palabras de Duncan Lewis, la señorita López se volvió pálida.
Pero sin atreverse a defenderse, respondió repetidamente.—Jefe, sé que me equivoqué y le prometo que no lo volveré a cometer.
Luego, acercándose a Liberty, llena de disculpas, le dijo.—Señorita Hunt, le pido disculpas por juzgarla por su aspecto e insultarla, lo siento, por favor, perdóneme.
El enfado de Liberty se calmó y respondió avergonzada.—Señorita López, también tuve la culpa por mi mal tono al hablar, que la enfadó, y le pido que también me perdone.
Después de disculparse mutuamente, la señorita López preguntó cuándo podía venir Liberty a trabajar.
Por fin conseguió el trabajo.
Liberty estaba feliz por dentro y, con una sonrisa en la cara, dijo.—Puedo venir a trabajar a cualquier hora.
—Entonces, puede venir a trabajar mañana.
—No hay problema. Señor Lewis y señorita López, muchas gracias.
Liberty dio las gracias y se marchó feliz con su currículum en la mano.
—Liberty Hunt.
Duncan Lewis la llamó.
Liberty