Él todavía quería jugar un rato más.
—Serenity, déjame contarle un cuento a Sonny —dijo Tania, preocupada por ver cansada a su nuera. Sin esperar respuesta, tomó un libro infantil de la mesita de noche.
Serenity no rechazó el amable gesto de su suegra.
—Voy a revisar el equipaje que Sonny armó él solito —dijo, haciéndole espacio a su suegra.
Quería asegurarse de que no hubiera olvidado nada importante.
Mientras Tania le leía el cuento antes de dormir, Serenity fue a inspeccionar la pequeña maleta. Sonny había empacado su pijama más gruesa, ya que por las conversaciones de los adultos sabía que en Ciudad Río hacía mucho frío y hasta nevaba fuerte a veces.
También había guardado ropa para dos días, sus abrigos más calientes, gorro, bufanda, guantes y artículos de uso diario. Además, había metido dos de sus juguetes favoritos y algunos de sus snacks preferidos.
Después de revisar el equipaje de su sobrino, Serenity abrió el armario y agregó dos prendas térmicas más, dejando la maleta comp