Al final del desayuno, Callum sacó la fruta preparada y se la dio a Thiago, diciéndole: —Llévatela para comer con tu hermana.
Thiago cogió la fruta.
Dos minutos después.
Isabela se sentó en el sofá y Thiago estaba de pie frente a ella, mirándola con expresión nerviosa.
—Estamos en casa, ¿qué pasa? Siéntate. —dijo Isabela con un suspiro.
—Mejor me quedo de pie. Isabela, de verdad que no sabía que Dalia haría algo así. Lo siento. Pues regáñame.
Era muy incómodo para él que su hermana no lo regañara. Si su hermana le hubiera regañado, podría sentirse mejor.
—¿Por qué? Ya dijiste que no sabías que Dalia haría eso, ni siquiera a mí se me ocurrió. Qué atrevida y estúpida.
—Dalia también es tu hermana, no es nada lógico que le impidas el paso. No tienes que preocuparte por Callum, lo he calmado. Dejemos este asunto como está, no tienes que culparte a ti misma, siempre y cuando recuerdes para qué has vuelto en particular.
—Congelé la tarjeta bancaria de Dalia, debió venir corriendo tan tempran