Callum mantuvo silencio y al instante se quitó la camiseta para tirarla a la basura.
—Callum.
Isabela le quitó la camiseta y preguntó ansiosa: —Di algo, ¿qué ha pasado? ¿Qué ha hecho Dalia que no puedes aceptar? ¿Te molestó?
El rostro de Callum estaba sombrío, reprimió su ira y dijo: —Entró suavemente y de repente me abrazó por detrás y me manoseó, pensé que eras tú pero cuando me di la vuelta vi que era ella. La aparté de un empujón, le di una patada y la golpeé con lo que tenía a mano.
Isabela estaba boquiabierta.
No esperaba que Dalia se atreviera a ser tan rahez.
Callum tampoco esperaba que Dalia fuera tan descarada.
—¡Esta camiseta ha sido tocada por ella, voy a tirarla, ya está sucia, no la quiero! Ninguna otra mujer puede tocarme, excepto tú.
Dijo Callum, arrebatando la camiseta de la mano de Isabela e intentando tirarla de nuevo a la basura.
—Voy a tirarla fuera. Dejándola aquí, la verás, pensarás en ella y te dará asco una y otra vez.
Isabela cogió la ropa y salió de la cocina