Kevin seguía persiguiendo a Luna, como un chicle que no se podía quitar.
Todos miraban a los dos y nadie se atrevía a intervenir.
Los admiradores de Luna odiaban a Kevin. Toda la noche este descarado estuvo molestando al señor Lucas.
Luna fue directamente a disculparse con el organizador y le dijo: —Señor Williams, lo siento, tengo algunas cosas que hacer, tengo que irme.
El señor Williams sabía que Luna estaba harta de las molestias de Kevin. Ahora que era la comidilla de toda la ciudad, había tenido la suficiente paciencia como para quedarse hasta ahora para salir.
El señor Williams se apresuró a responder: —Está bien, haga primero lo suyo.
Luego añadió: —Puedo entender a usted.
Luna asintió agradecida y luego salió del hotel con sus guardaespaldas.
Pero Eneko no quería irse. Se acercó al lado de su hermana y dijo mientras la seguía: —¿Por qué tienes que volver tan pronto? El banquete aún no ha terminado.
—Puedes esperar a que acabe si no quieres volver ahora. Te dejaré un coche.
Ene