Luna, que había salido del Hotel Granario, sacó su celular y llamó a Eneko.
Cuando Eneko contestó a la llamada, ella le dijo fríamente: —¡Eneko, ve a decirle a Laetitia que si viene a molestarme otra vez, la bloquearé!
Eneko se sobresaltó y dijo rápidamente: —Lucas, a Laetitia sólo le gustas y se te ha confesado su amor algunas veces. No ha cometido grandes errores, no tienes que bloquearla, ¿eh? Es duro para ella llegar a ser popular, ha sufrido mucho.
—Si la bloqueas, su carrera como actriz habrá terminado. Sólo tiene veintitrés años, es joven y tiene un largo futuro.
Eneko se había acostumbrado que su hermana le pidiera que la llamara Lucas. En público y en privado, llamaba a su hermana a Lucas. Su madre, Teresa, se sintía impotente por este hecho. Antes corregía a su hijo, pero ahora ya había renunciado a hacerlo.
Nadie sabía que los gemelos que Teresa había dado a luz hacía veintiocho años eran una hija y un hijo.
Todos pensaban que eran gemelos.
Luna había crecido vestida de niño