—Señora Lewis.
Al ver entrar a la señora Lewis, Liberty, que acababa de sentarse, se levantó de nuevo y la saludó.
La señora Lewis respondió amablemente, y al ver que no había clientes, dijo en voz baja: —Liberty, me gustaría invitarte a tomar café a una cafetería cercana, ¿te parece bien?
Liberty sonrió y contestó: —Claro.
Se desabrochó el delantal y lo guardó. Luego dijo a las dos dependientas: —Limpiad aquí primero, voy a salir un rato y cuando Jim y Sonny vuelvan, cuidaréis de Sonny.
Hoy no iba a atender la cafetería todo el día.
Quería visitar un restaurante situado cerca de la Avenida Oeste. El negocio de aquel restaurante no iba bien, perdiendo dinero mes tras mes, y el dueño pensaba traspasarlo.
La zona alrededor de la Avenida Oeste era próspera, Liberty no sabía si el negocio de ese restaurante iba mal porque el dueño no lo llevaba bien o porque el chef no cocinaba bien.
Quería saber más y, de paso, conocer los alrededores. Si todo era adecuado, le gustaría hacerse cargo de es