La señora Lewis siguió diciendo: —Liberty, no hagas caso de lo que dijo Duncan. Ahora es un erizo cubierto de espinas, y apuñalará a todo el que lo visite, porque no quiere ver a nadie, y siempre piensa que la gente lo visita por compasión.
—Lo entiendo, señora Lewis. No le culpo.
Liberty retiró suavemente su mano.
No estaba acostumbrada a este gesto excesivamente íntimo de la señora Lewis.
—Liberty, tengo un favor que pedirte.
La señora Lewis pasó al tema. Miró a Liberty, con ojos llenos de súplica, y dijo: —Todos estamos muy tristes al ver a Duncan en este mal estado, pero realmente no tenemos remedio.
—Le gustas mucho, últimamente no quiere verte porque se siente inferior por estar lisiado y no quiere ser tu molestia, por eso se niega a verte.
Liberty escuchó a la señora Lewis en silencio, sin decir una palabra.
La señora Lewis paró momento y tras un ratito, continuó: —Liberty, me gustaría pedirte que cuides de Duncan y le ayudes a recuperar la confianza en sí mismo para que pueda s