Serenity dijo solemnemente: —Señora Núñez, no soy yo quien insiste en que tu hija sea sentenciada. Es tu hija quien cometió el crimen y será sentenciada. Simplemente no quiero que me lastime de nuevo. Tu hija, la conoces bien, ¿dijiste que ella comprendió su error y prometió no lastimarme de nuevo?
—Tú puedes creerlo, pero yo no.
Marisol miró a Serenity con el rostro oscuro.
Su esposo siempre le decía que debía tener una buena relación con Serenity e interceder por Dalia.
«¿No quiero tener una buena relación con esta campesina? ¿No me he disculpado y he intercedido en nombre de Dalia?»
Marisol incluso le pidió a Isabela que buscara a Serenity.
Pero Serenity se negó e insistió en demandar a Dalia.
Marisol se llenó de odio. «Si Serenity no nos permite a tener una vida buena, tampoco pondré fácil a ella.»
Marisol se puso de pie y dijo con frialdad: —Señora York, discúlpeme.
Luego, alcanzó a Isabela, no queriendo que Isabela estuviera con Serenity.
Si no fuera por Isabela, Dalia no tendría