El asistente del cabeza de familia tenía la posición más alta en la familia Fisher, salvo la cabeza de familia, y nadie se atrevía a desobedecerle ni a ofenderle.

Gonzalo le pellizcó ligeramente la nariz.

Le dijo suavemente, —Si no te encuentras bien, descansa un ratito más y no pienses en nada.

—Nosotros, como asistentes de la cabeza de familia, desde el momento en que llegamos al lado de la cabeza, no podemos arrepentirnos, ni nos arrepentiremos. Somos leales a nuestra maestra toda nuestra vida y nunca cambiaremos la lealtad.

—¡Me quedaré a tu lado mientras me quede un respiro, y nunca me arrepentiré!

Afirmó Gonzalo, bajando la cabeza y deseando darle un beso.

Sin embargo, se detuvo cuando sus labios estaban casi tocando la mejilla de Chloe.

No era que Chloe no entendiera lo que quería decir.

Pero no le dio una respuesta clara.

Gonzalo no se atrevió a arriesgarse.

—Te escucho, ahora mismo me pongo en contacto con Liberty.

Gonzalo acarició levemente la cabeza de Chloe, luego se quitó