Desayuno caliente (cont.)

Al otro lado del restaurante, Damian y Selene estaban sentados junto a la fuente, riendo durante el desayuno. Damian, por una vez, parecía relajado, sin hielo en su expresión, sin tono agudo, solo calidez y tranquilidad. La vista casi hizo reír a Aria a carcajadas.

“Qué lindo”, murmuró en voz baja.

Mientras se acercaba, la risa de Selene vaciló. Ella se giró ligeramente y se congeló.

Sus ojos se abrieron sólo una fracción. "¿Aria?" dijo, tratando de parecer sorprendida pero fallando miserablemente.

“¡Selene!” Exclamó Aria, su voz dulce como la miel. “Qué agradable sorpresa.”

El tenedor de Damian se detuvo a medio camino de su boca. Su mandíbula se apretó.

“Aria”, dijo lentamente. Su tono era tranquilo, pero sus ojos gritaban una confusión asesina.

Damian parpadeó una vez. Dos veces. Apretó la mandíbula. “Aria… ¿qué estás haciendo aquí?”

“¿Oh, yo?” dijo inocentemente, colocando su bolso sobre la mesa junto a su copa de champán. "Sólo vine a pasar mi fin de semana aquí. Sabes,
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